Siembra directa: estudios internacionales destacan los beneficios


La información proporcionada por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) resalta la importancia de la superficie agrícola mundial en la alimentación de una gran parte de la población global. Sin embargo, esta función vital se ve amenazada por la degradación de los suelos, especialmente en áreas sometidas a labranza intensiva.

La labranza intensiva perturba la estructura del suelo y lo expone a la erosión, así como a la pérdida de nutrientes esenciales, lo que afecta su capacidad productiva.

En contraposición, la siembra directa (SD) propone un enfoque sustentable al implantar cultivos sin labrar previamente el suelo. Esta práctica conserva la estructura del suelo y reduce la erosión, lo que ayuda a mantener la calidad y productividad del suelo a largo plazo.

Además, la siembra directa conserva la humedad del suelo y promueve la biodiversidad del mismo, convirtiéndolo en un sumidero de carbono efectivo. Esto significa que el suelo bajo siembra directa puede ayudar a mitigar el cambio climático al almacenar carbono orgánico de manera más eficiente.

La promoción de la siembra directa por parte de instituciones como Aapresid en Argentina durante más de tres décadas ha resultado en que esta tecnología abarque ahora el 90% del área sembrada en el país.

La entidad defiende enérgicamente los beneficios derivados de la siembra directa cuando se integra con estrategias como la cobertura permanente del suelo con cultivos diversos y sus residuos (rastrojos), la nutrición equilibrada y el manejo integrado de plagas.

Aunque existen numerosos estudios científicos que respaldan los beneficios de la siembra directa, esta técnica ha captado el interés de la comunidad científica actual debido a su potencial para mejorar los niveles de carbono y nutrientes en el suelo, promover la biodiversidad y aumentar el rendimiento de los cultivos. Como resultado, se están llevando a cabo numerosos estudios a nivel mundial para comprender mejor los impactos y las ventajas de la siembra directa en la agricultura y el medio ambiente.

Siembra directa, beneficios

Estudios internacionales

Los hallazgos de diversos estudios respaldan los beneficios de la siembra directa (SD) en la salud y la calidad del suelo. Un meta-análisis a nivel mundial demostró que la SD aumenta la agregación del suelo, especialmente los macroagregados, que son cruciales para la estabilización de la materia orgánica. Además, se observó que la SD favorece la acumulación de carbono orgánico del suelo (COS) y nitrógeno total.

Otro estudio reciente destacó que la combinación de la SD con cultivos de servicios, sembrados entre los cultivos comerciales, mejora aún más el almacenamiento de COS y la respiración del suelo. Esto se debe al aumento en la biomasa y densidad de raíces, especialmente en la capa superior del suelo.

Además, la SD puede contribuir a mejorar la diversidad de la microbiota y la fauna del suelo, lo que es crucial para el ciclo de nutrientes y la sostenibilidad agrícola. Los sistemas de SD a largo plazo tienden a comportarse de manera similar a los ecosistemas naturales, estimulando la actividad biológica del suelo y mejorando la productividad de los cultivos.

Un artículo más reciente también resalta que una mayor diversidad de cultivos bajo la SD puede aumentar la abundancia de microorganismos y reducir la tasa de descomposición del rastrojo, lo que contribuye a equilibrar el ecosistema agrícola. Estos hallazgos subrayan el valor de la siembra directa como una práctica agrícola sostenible que beneficia tanto al suelo como a la producción de cultivos.

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Mejores rendimientos

Los estudios científicos también respaldan el aumento en los rendimientos a largo plazo asociados con la siembra directa. Esta práctica promueve mejoras en la calidad física del suelo y, como resultado, contribuye a una mayor productividad de los cultivos. Los mayores rendimientos no solo benefician la rentabilidad económica del sistema, sino que también refuerzan su viabilidad a largo plazo.

La evidencia científica respalda firmemente la siembra directa como una práctica agrícola beneficiosa tanto para el medio ambiente como para la productividad agrícola. Se destaca su capacidad para mejorar la estructura y la fertilidad del suelo, así como su capacidad para crear sistemas agrícolas resilientes frente al cambio climático.

En resumen, la siembra directa se consolida como la mejor opción para el futuro de la agricultura sostenible. Su capacidad para reconstituir y recarbonizar los suelos, así como para crear entornos agrícolas equilibrados y resilientes, la posiciona como una herramienta fundamental para la agricultura del siglo XXI, con un claro potencial para continuar expandiéndose a nivel mundial.