Argentina, Brasil y las diferencias de precios en alimentos y mercados


Un estudio reciente de Coninagro revela un escenario paradójico en la competitividad del sector alimentario de Argentina frente a Brasil. Aunque Argentina mantiene precios más bajos que su vecino en 10 de los 18 productos analizados, el costo de alimentos básicos como arroz, leche y carne de cerdo resulta más elevado en las góndolas argentinas, mientras los productores locales perciben ingresos menores o similares a los brasileños.

Comparativa de precios: Argentina más cara en alimentos clave

De los productos relevados, Argentina resulta más barata que Brasil en alimentos como naranja, manzana, vino tinto, aceite de girasol, harina, y pollo, entre otros. Sin embargo, en ocho productos esenciales, incluyendo el arroz, la leche y la carne de cerdo, el país muestra precios superiores, una situación que afecta tanto a consumidores como a productores.

Arroz

El precio del arroz argentino se posiciona un 58% por encima del de Brasil, alcanzando los USD 1,94 por kilo frente a los USD 1,23 por kilo en el país vecino. Pese a ello, los productores locales reciben un valor similar al de sus pares brasileños, con una diferencia de apenas un 2%.

En términos de costos de producción, el arroz argentino es marginalmente más caro, con una diferencia de USD 0,02 por kilo. Esta disparidad refleja factores más allá de los costos directos, como la carga tributaria y las ineficiencias en la cadena comercial.

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Leche

El precio de la leche en las góndolas argentinas supera en un 25% al de Brasil, pero la situación para los tamberos es inversa. Mientras los costos de producción son similares, el productor argentino recibe una retribución significativamente menor: USD 0,01 por litro frente a los USD 0,09 por litro en Brasil, lo que representa una diferencia del 90%.

Además, la carga tributaria argentina, con un IVA del 21% para la leche, exacerba el problema, superando ampliamente al promedio brasileño del 12% en productos básicos.

Carne de cerdo

La carne de cerdo en Argentina se vende a USD 3,96 por kilo, un 17% más cara que en Brasil. Los productores argentinos perciben precios en paridad con los brasileños, aunque los costos de producción son más altos en Argentina, con USD 1,47 por kilo frente a los USD 1,10 por kilo en Brasil.

Esta diferencia se atribuye principalmente a los costos laborales, que pesan de manera significativa sobre el sector porcino argentino.

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La carga impositiva es un factor clave que afecta la competitividad de los alimentos argentinos. En productos con IVA reducido (10,5%), como algunos alimentos básicos, la carga tributaria en Brasil es marginalmente menor que en Argentina. Sin embargo, en productos como la leche, con IVA al 21%, la diferencia es notablemente desfavorable para Argentina.

En Brasil, el principal impuesto a los alimentos es el Impuesto sobre Circulación de Mercaderías y Servicios (ICMS), que varía entre estados y rubros, pero tiene un promedio del 12% para alimentos. Este sistema, aunque complejo, tiende a ser más favorable para el consumidor que el esquema argentino.

Competitividad y reforma fiscal

El informe de Coninagro señala que, si bien factores como el atraso cambiario y la depreciación del real brasileño inciden en la competitividad, las explicaciones de fondo deben buscarse “tranqueras afuera”. Reformas estructurales en la cadena comercial, reducción de costos laborales y tributarios, y políticas públicas que promuevan la eficiencia operativa son necesarias para revertir esta situación.

El caso brasileño ofrece un contraste revelador. Con menores costos de producción, un sistema impositivo más equilibrado y una estructura comercial eficiente, Brasil logra mantener precios más bajos para los consumidores, mientras sus productores perciben ingresos más altos.

La paradoja de precios más altos y menores ingresos para los productores en Argentina refleja la necesidad de abordar desafíos estructurales en el sector alimentario. Sin medidas que reduzcan costos y promuevan la competitividad, el país corre el riesgo de perder terreno en un mercado regional cada vez más exigente, mientras los consumidores y productores continúan soportando las consecuencias de un sistema ineficiente.