El girasol se reposiciona como cultivo estratégico en este 2025


En un escenario de márgenes ajustados y alta incertidumbre climática, el girasol vuelve a ganar terreno en el sistema agrícola de la región núcleo. Sin grandes anuncios ni campañas masivas, “sin querer queriendo”, como describe irónicamente el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el cultivo logró reacomodarse como una opción defensiva para los productores que enfrentan limitaciones edafoclimáticas y presiones económicas.

El girasol mejora sus proyecciones

El reporte de la BCR destaca que, en campos propios, la renta que deja el girasol es de 219 dólares por hectárea, con rindes promedio de 20 quintales por hectárea. En campos alquilados, si bien ese margen baja considerablemente a 60 dólares por hectárea, se mantiene en terreno positivo, algo que no ocurre con la soja en condiciones similares. Según la entidad, “sigue siendo una alternativa atractiva para productores que buscan cuidar la inversión y reducir riesgos”.

Girasol, cosecha

Este nuevo posicionamiento del girasol se da principalmente en regiones del noroeste bonaerense y el sudeste cordobés, donde los cultivos tradicionales de verano —especialmente el maíz tardío y la soja de segunda— han sufrido pérdidas por sequías o baja productividad en suelos marginales. Allí, muchos productores optaron por rotar hacia girasol o sorgo, buscando eficiencia en ambientes restrictivos.

La comparación con la soja resulta reveladora. En campos con limitaciones donde el cultivo de soja no logra superar los 30 quintales por hectárea, la renta se reduce a 154 dólares por hectárea en campo propio y, en casos de alquiler, se transforma directamente en pérdida. El informe de la BCR señala que el margen pasa a ser negativo en 15 dólares por hectárea, considerando un arrendamiento estimado en 10 qq/ha, luego de impuestos y costos.

Girasol, cosecha, combustibles

Este nuevo protagonismo del girasol se apoya no sólo en los números económicos, sino también en ventajas agronómicas que se vuelven decisivas para muchas zonas productivas. Una de ellas es su alta tolerancia a la sequía, lo que le permite crecer con menos requerimientos hídricos que otros cultivos. Además, su cosecha anticipada en febrero libera el lote de manera temprana, permitiendo planificar mejor la rotación con cultivos de invierno como el trigo o la inclusión de cultivos de cobertura para mejorar el perfil de humedad y estructura del suelo.

En cuanto al rendimiento, el girasol mantiene una estabilidad productiva que lo vuelve competitivo frente a la soja en suelos donde ésta no logra superar los 25 qq/ha. A ello se le suma un ingreso financiero anticipado, clave en tiempos de volatilidad de precios, y bonificaciones por calidad al momento de la comercialización, sobre todo por el contenido de materia grasa, que puede mejorar el valor de venta final.

girasol

En este contexto, la campaña 2025 empieza a delinearse con un girasol que deja de ser una opción marginal para convertirse en una herramienta clave de planificación estratégica. Si bien no reemplazará a los grandes cultivos en volumen, su capacidad de generar renta en ambientes adversos, con menos riesgos y mayor previsibilidad, lo pone nuevamente en la mira de los productores.

De cara a la próxima campaña, los técnicos y asesores coinciden en que el girasol no solo debe ser evaluado por sus márgenes inmediatos, sino por el impacto que puede tener en la sustentabilidad del sistema productivo, la rotación de cultivos y la eficiencia en el uso del recurso hídrico. Con estos argumentos, y frente a la necesidad de reducir la exposición al riesgo económico y climático, el girasol gana protagonismo como cultivo estratégico en el nuevo mapa agrícola argentino.