Tambos 2025: el desafío de sostener la rentabilidad


Aunque el anuncio de la flotación del tipo de cambio no alteró la ecuación económica de los tambos, el sector lechero argentino encara un 2025 con múltiples desafíos: caída en la producción, precios presionados por la inflación, alquileres elevados y un mercado exportador con trabas externas. Según un informe reciente de la consultora AZ Group, será clave enfocarse en la reducción de costos y la mejora de la productividad para sostener la rentabilidad.

La crisis comenzó a gestarse en la primavera de 2023, cuando las condiciones climáticas adversas, combinadas con precios poco atractivos para el productor, provocaron una caída interanual del 6% en la producción de leche durante 2024. Este retroceso no solo impactó en los ingresos, sino que dejó fuera del sistema a unos 600 tambos, según datos de la firma Dairylando.

Frente a la escasez de leche, las industrias lácteas se vieron obligadas a ofrecer valores superiores a los históricos, con precios que llegaron a superar los 40 centavos de dólar por litro a principios de 2025. Sin embargo, con el correr de los meses, esos precios comenzaron a perder poder adquisitivo frente a la inflación, y en abril ya se encontraban por debajo del promedio histórico, aunque todavía sostenían la viabilidad del negocio.

Tambos, leche, lechería

Costos crecientes para los tambos y exportación en retroceso

Más allá del contexto local, la competitividad externa también se deterioró. “Tranqueras afuera, la exportación está complicada”, advirtió Diego Curat, director de AZ Group. El ejecutivo explicó que el tipo de cambio oficial no resulta competitivo, y que la combinación de una menor demanda de China y la devaluación del real en Brasil para favorecer las exportaciones de ese país terminó por limitar las ventas externas de Argentina.

Uno de los puntos críticos para la actividad son los alquileres rurales, que continúan pactándose en quintales de soja. Al reducirse los derechos de exportación (DEX), el precio de la soja en pesos subió, encareciendo así los contratos. “Si no bajan, van a presionar fuerte sobre la rentabilidad de los tambos”, alertó Curat.

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Repensar las estrategias: foco en eficiencia

Ante este panorama, el informe de AZ Group señala que las decisiones empresariales deberán ser mucho más estratégicas y profesionalizadas. El foco deberá estar en la optimización de costos —sobre todo los directos— y en el análisis de las relaciones insumo/producto, es decir, cuántos litros de leche hacen falta para cubrir determinados gastos clave.

Tambos, ganadería, Santa Fe

Algunas de esas relaciones muestran deterioro, como la que vincula la leche con los salarios o el gasoil. Por ejemplo, en marzo de este año hacían falta 1.696 litros de leche para pagar un salario rural, por encima del promedio histórico de 1.567 litros. Pero otras relaciones son más favorables, como la de leche/pastura (714 litros vs 810 promedio) o leche/urea, donde con 1.246 litros se podía comprar una tonelada del fertilizante, cuando históricamente se necesitaban 1.902 litros.

Además de ajustar costos, la consultora recomienda invertir en tecnología: desde selección genética de animales más eficientes, hasta incorporación de collares electrónicos, robótica en ordeñe y mejora de procesos que permitan mayor trazabilidad y bienestar animal. Todo esto, pensando en un consumidor externo cada vez más exigente con las condiciones ambientales y de bienestar animal.

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Proyección y oportunidades

A pesar del escenario complejo, desde AZ Group ven con optimismo el futuro del sector. “Los tamberos argentinos están acostumbrados a trabajar en contextos adversos. Han demostrado que pueden ser eficientes y rentables”, destacó Curat.

En el corto plazo, los especialistas señalan que el otoño y el invierno tienden a sostener los precios por una menor producción relativa, aunque en primavera podría producirse un exceso de leche que presione los valores a la baja. Por eso, la clave estará en anticiparse, planificar insumos, reforzar la eficiencia y aprovechar aquellas variables que juegan a favor.

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Entre ellas, se destacan tres: la eliminación de los DEX, una cotización internacional de la leche en polvo por encima de los 4.300 dólares por tonelada, y la posible recuperación del consumo interno si mejora el poder adquisitivo de los salarios.

En este contexto, el mensaje es claro: más allá del sistema productivo elegido —sea pastoril, semiintensivo o estabulado—, las inversiones en eficiencia, gestión profesional y tecnología serán fundamentales para sostener y proyectar el negocio lechero en 2025.