Girasol y revolución genética: el increíble hallazgo argentino

Un reciente descubrimiento científico sobre el girasol realizado por investigadoras del CONICET podría marcar un antes y un después en el mejoramiento genético del girasol y, por extensión, de otros cultivos estratégicos. El hallazgo se centra en la apomixis, un proceso de reproducción asexual que permitiría desarrollar semillas genéticamente idénticas a la planta madre, sin necesidad de cruzamientos. Este avance no solo representa un hito para la ciencia, sino que también podría reducir drásticamente los costos y tiempos de desarrollo de nuevas variedades híbridas, abriendo la puerta a una agricultura más eficiente, resiliente y accesible.
Reproducir sin cruzar: la clave del descubrimiento
En el Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR, CONICET-UNR), un equipo de científicas encabezado por Silvina Pessino y Ana Ochogavía logró confirmar en líneas de girasol la primera fase de la apomixis: la aposporía. Este mecanismo permite que una célula somática del ovario reemplace a la célula reproductiva normal y dé origen a un embrión clonal.

En otras palabras, el girasol podría comenzar a reproducirse “por sí mismo”, sin fecundación, lo que implicaría una revolución en la manera de producir semillas. “Es un cambio que no solo impactaría en la eficiencia, sino también en la posibilidad de generar variedades mejoradas para enfrentar desafíos climáticos y regionales”, destacó Pessino.
Actualmente, producir semillas híbridas de alta calidad implica largos años de trabajo: estabilizar líneas parentales, realizar cruzamientos, seleccionar características deseadas y repetir el proceso en cada campaña. La apomixis permitiría mantener las características genéticas de híbridos superiores de forma estable y automática, sin repetir el ciclo cada año.
Una herramienta frente al cambio climático
El contexto agropecuario actual exige soluciones innovadoras. El girasol, por ejemplo, se ha expandido a zonas con suelos más pobres y condiciones más adversas. En ese marco, su rendimiento ha sufrido, y el desarrollo de variedades más adaptables es una necesidad urgente.

Según Ochogavía, este avance “podría ofrecer una alternativa concreta para obtener cultivares más resistentes al estrés hídrico, térmico o a enfermedades, y hacerlo en menos tiempo”. Al permitir que plantas con características deseables se reproduzcan idénticamente, los mejoradores genéticos podrían responder con más rapidez a los desafíos productivos y ambientales.
Además, el uso de apomixis tiene el potencial de reducir los costos de producción de semillas, haciéndolas más accesibles para pequeños y medianos productores. En un país con gran diversidad agroecológica como Argentina, esta ventaja podría traducirse en mayor competitividad para diferentes regiones y escalas de producción.

La ciencia continúa: partenogénesis y colaboración internacional
Si bien la aposporía ya fue comprobada, el siguiente paso científico es lograr la partenogénesis: la formación del embrión sin fecundación. Este eslabón es crucial para que la apomixis se manifieste de manera completa. Las investigaciones actuales se desarrollan sobre líneas de girasol tetraploides, es decir, con cuatro juegos de cromosomas, lo que podría favorecer la aparición del proceso completo.
El estudio no se limita al ámbito nacional. Científicas argentinas trabajan en colaboración con la Universidad de Perugia, en Italia, sumando experiencia y capacidades técnicas para avanzar en este campo. El objetivo final es trasladar el conocimiento desde el laboratorio al campo, haciendo realidad la apomixis como una herramienta concreta para la producción agrícola.

Un futuro cercano
¿Estamos ante una nueva era para la mejora genética en cultivos? Todo indica que sí. La posibilidad de clonar híbridos superiores de forma estable y natural tiene implicancias profundas para la forma en que producimos alimentos. Frente a un mundo con mayor demanda y recursos limitados, cada avance en eficiencia y sustentabilidad es clave.
Este descubrimiento reafirma el valor de la investigación científica pública y su impacto directo en sectores productivos. Gracias a la labor de investigadoras como Pessino y Ochogavía, el girasol argentino vuelve a ubicarse en el centro de una innovación que podría beneficiar tanto a grandes empresas como a productores familiares, marcando un camino prometedor hacia una agricultura más tecnológica, resiliente y equitativa.