Precisión que rinde: una innovación nacional redefine la siembra en Argentina
La siembra argentina atraviesa un proceso de transformación silenciosa pero profunda. En un contexto donde producir más con menos recursos es una exigencia permanente, una innovación desarrollada íntegramente en el país comienza a marcar un antes y un después en la eficiencia agrícola. Se trata del sistema de corte línea a línea, una tecnología que optimiza la dosificación de semillas y ya está presente en más de 1,2 millones de hectáreas sembradas.
El desarrollo es el resultado de una alianza estratégica entre el INTA, la empresa de maquinaria agrícola Crucianelli y Leaf Agrotronics. La articulación entre ciencia pública e industria nacional permitió llevar una solución concreta del ensayo experimental al uso masivo en el campo, con impactos directos en costos, rendimientos y sustentabilidad.
Un problema invisible que afectaba rendimientos
El punto de partida del sistema fue un diagnóstico técnico claro. Los ensayos realizados por el INTA detectaron un inconveniente recurrente en la siembra: la superposición de semillas en cabeceras y sectores con irregularidades del terreno. Esta sobresiembra, habitual pero poco visible, generaba desperdicio de insumos y una competencia innecesaria entre plantas.
Según explicó Hernán Ferrari, investigador del INTA Concepción del Uruguay y coordinador técnico del convenio, el exceso de semillas no solo incrementa los costos, sino que reduce el potencial productivo del cultivo. La competencia por agua, nutrientes y luz termina afectando la uniformidad del lote y, en consecuencia, el rendimiento final.

Cómo funciona el corte línea a línea
La respuesta llegó con el diseño de un sistema que permite interrumpir la dosificación de semillas de manera independiente en cada línea de siembra. A diferencia de los cortes por secciones, esta tecnología actúa con precisión quirúrgica, evitando solapamientos incluso en maniobras frecuentes o terrenos irregulares.
El mecanismo logra sembrar únicamente donde corresponde, optimizando cada metro cuadrado del lote. De esta manera, se mejora la distribución espacial de las plantas y se garantiza una emergencia más uniforme, clave para el desarrollo equilibrado del cultivo. Para Ferrari, la precisión es el corazón del sistema: “Sembrar con exactitud es sembrar eficiencia”, una premisa que hoy se traduce en resultados medibles.
Resultados validados a campo
Los ensayos realizados durante la campaña 2024 por la red experimental del INTA confirmaron el impacto de la tecnología en la siembra. El ahorro de semillas se ubicó entre el 5 y el 10%, mientras que los incrementos de rendimiento oscilaron entre el 4 y el 18%, dependiendo del lote y la topografía.

Los mayores beneficios se observaron en campos pequeños o con formas irregulares, donde las maniobras de siembra son más frecuentes. En estas situaciones, el corte línea a línea mostró su máximo potencial, especialmente en regiones del centro y noreste argentino. Estos resultados consolidan al sistema como una herramienta concreta para mejorar la rentabilidad sin aumentar la superficie ni la carga de insumos.
Menos desgaste y más sustentabilidad
Además del impacto productivo en la siembra, la tecnología aporta beneficios operativos y ambientales. El uso del corte línea a línea reduce en promedio un 15% el desgaste de los dosificadores, extendiendo la vida útil de los componentes de la sembradora.
Al mismo tiempo, disminuye el consumo de combustible por hectárea trabajada y reduce el esfuerzo mecánico del sistema de transmisión. Evitar duplicaciones y sobreaplicaciones no solo ahorra semillas, sino que también baja el uso de energía y mejora la eficiencia global de la labor.

Desde el punto de vista agronómico, una mejor distribución de plantas favorece el aprovechamiento de agua, luz y nutrientes, contribuyendo a cultivos más equilibrados y sustentables.
Tecnología accesible y soberanía productiva
Uno de los aspectos más destacados del desarrollo es su adopción masiva. Crucianelli incorporó el sistema de serie en todas sus sembradoras, sin aumentar el precio final, una decisión que permitió democratizar el acceso a la innovación.
Para el INTA, este punto es central. La tecnología no solo debe ser eficiente, sino también accesible, para que su impacto se multiplique en todo el sistema productivo.
