Reestructuración del INTA: será por decreto y sin fusión con el INTI

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), uno de los organismos más importantes para el desarrollo del sector agropecuario argentino, atraviesa un proceso de reestructuración que ya no admite marcha atrás. A pesar de las advertencias del gremio Apinta y del debate que genera en diversos sectores, el Gobierno nacional confirmó que avanzará con los cambios mediante un decreto, descartando finalmente la posibilidad de una fusión con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
La decisión se hizo pública este jueves durante una nueva reunión entre la Mesa de Enlace y el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Sergio Iraeta. Del encuentro también participaron el presidente del INTA, Nicolás Bronzovich, y la vicepresidenta, María Beatriz “Pilu” Giraudo, quienes ofrecieron detalles sobre los lineamientos generales de la reforma.
Andrea Sarnari, presidenta de la Federación Agraria Argentina (FAA), fue una de las voceras del encuentro y confirmó que el foco de la conversación giró en torno al futuro del INTA. “Nos informaron sobre cómo piensan eficientizarlo y mejorar su funcionamiento. Fue una reunión más bien informativa”, explicó. A pesar de la falta de precisiones técnicas, sí se confirmó que algunas áreas del INTI vinculadas al agro —como vitivinicultura, foresto-industria y carnes— pasarán a formar parte de la estructura del INTA.

Desde el oficialismo y también desde las entidades rurales se coincide en que el organismo necesita una actualización profunda en su modelo de funcionamiento. En ese sentido, Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), habló de una “modernización” del INTA más que de una simple reestructuración. Uno de los primeros pasos será reformular el Plan Estratégico 2015-2030, adaptándolo a las nuevas condiciones productivas y tecnológicas.
“El INTA debe estar al servicio del productor y de la Nación. Hay cosas para mejorar, sí, pero su rol estratégico no debe perderse”, remarcó Sarnari, en consonancia con lo expresado por otras entidades de la Mesa de Enlace.
Entre los argumentos que justifican esta reforma se señala que muchas metodologías de trabajo del INTA están desactualizadas frente a la evolución del sector agropecuario. Por ejemplo, las Agencias de Extensión ubicadas en regiones productivas como Pergamino o Venado Tuerto enfrentan hoy una competencia directa de empresas privadas que ofrecen servicios, tecnología e información de manera más ágil. A diferencia de eso, en regiones más aisladas como Bariloche o Catamarca, el INTA sigue siendo el único punto de referencia técnico para pequeños productores.
“No es lo mismo asistir a un productor en la zona núcleo que en el norte o sur del país, donde muchas veces el INTA es el único respaldo técnico disponible”, apuntó un participante de la reunión.

Cambios en la estructura de gobierno del INTA
Uno de los aspectos más sensibles de la reestructuración será la modificación en la conformación del Consejo Directivo del INTA, actualmente compuesto por nueve miembros: cuatro de entidades del agro, uno de universidades, uno de los grupos CREA, y tres del Poder Ejecutivo. La propuesta oficial apunta a redistribuir esa representación, con una posible paridad 4 a 4 entre entidades y Gobierno, y la posibilidad de que el Ejecutivo defina un noveno miembro a su criterio.
Este cambio no es menor: implica que el manejo presupuestario pasaría a estar completamente en manos del Poder Ejecutivo, mientras que el aporte técnico e institucional seguiría a cargo de las entidades del agro.
Aunque desde el gremio Apinta insisten en que la reforma podría significar despidos, las fuentes oficiales y del ruralismo descartan por el momento un ajuste directo sobre el personal. Sin embargo, sí se prevé la apertura de nuevos retiros voluntarios, lo que indica que la intención de reducir la estructura del organismo está latente.

En resumen, el Gobierno avanza con una reforma profunda del INTA que buscará aggiornar su estructura y funcionamiento, sin fusionarlo con el INTI pero sí absorbiendo algunas de sus áreas. El desafío será modernizar sin desmantelar, en un contexto en el que el agro exige respuestas concretas, pero también presencia estatal en los territorios más postergados.