¿Maíz o soja? el dilema de la agricultura la campaña 2025/26


Con la cosecha gruesa prácticamente finalizada, los productores argentinos ya tienen la vista puesta en la campaña 2025/26. La elección entre maíz o soja vuelve a ser central, en un contexto donde los márgenes son ajustados y la rentabilidad depende cada vez más del rinde. Así lo detalla un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que analizó los números preliminares y los factores que influyen en la toma de decisiones.

El documento resalta que tanto el maíz como la soja enfrentan un escenario complejo. En campos alquilados, los márgenes son en general negativos, mientras que en campos propios las cuentas cierran en positivo, aunque con diferencias. Los precios actuales –con la soja en torno a los 284,5 dólares por tonelada y el grano en 173 dólares– no muestran grandes variaciones frente a la campaña anterior, pero sí lo hacen los costos y el contexto productivo.

La apuesta por el maíz, pese al riesgo

Según la BCR, los productores siguen apostando al maíz, pese a que es un cultivo de mayor inversión y riesgo. ¿La razón? La posibilidad de hacer más kilos. “Es más fácil lograr 120 quintales por hectárea (qq/ha) en un maíz temprano que 50 qq/ha en una soja de primera. El cultivo de maíz tiene mucho margen para lograr rendimientos promedios altos”, destaca el informe.

Además, tras la primera campaña con fuerte presencia de la chicharrita en la región núcleo, el maíz tardío y el de segunda comienzan a recuperar terreno, y se estima que volverán a representar un 30% del área total destinada al cereal. La BCR anticipa una expansión de 100.000 hectáreas sembradas con maíz para la próxima campaña, mientras que la soja, nuevamente, cedería superficie.

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Costos, fletes y condiciones locales

Sin embargo, la ecuación no es tan simple. La rentabilidad proyectada varía significativamente según la ubicación del campo, la distancia al puerto, el tipo de suelo, el acceso a infraestructura, los costos logísticos y el régimen de tenencia de la tierra. En campos ubicados a 150 kilómetros del puerto, por ejemplo, el maíz muestra una mejor performance: en campo propio deja un margen de 405 dólares por hectárea, mientras que la soja de primera alcanza 314 dólares por hectárea.

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Pero cuando se analiza el negocio en campo alquilado, los números se ajustan considerablemente. El maíz muestra un margen positivo de apenas 68 dólares por hectárea, mientras que la soja arroja un resultado negativo de 31 dólares. Esto implica que el productor que arrienda estaría invirtiendo casi 1.200 dólares por hectárea para recuperar apenas 68, lo que convierte a la campaña en un negocio de alto riesgo y retorno incierto, según el estudio.

En escenarios de mayor distancia al puerto –por ejemplo, campos a 300 kilómetros–, los márgenes se tornan negativos incluso para el maíz en campo alquilado: -63 dólares por hectárea, frente a -92 dólares para la soja. El costo del flete, en estos casos, se vuelve un factor decisivo a la hora de definir qué sembrar.

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El maíz, ¿para comer?

Frente a este panorama, algunos productores están optando por usar el maíz para consumo animal, sobre todo en zonas con actividad ganadera. “En la región de Río Tala y Baradero, donde los campos están a unos 150 km del puerto, explican que el mejor negocio es ‘comer el maíz’. Es decir, transformarlo en carne”, destaca la BCR.

Este enfoque mixto entre agricultura y ganadería aparece como una alternativa cada vez más atractiva para zonas alejadas de los centros portuarios o con infraestructura limitada, ya que permite capturar valor agregado localmente y reducir los costos logísticos.

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El productor, con la calculadora en la mano

En resumen, la campaña 2025/26 se perfila como una temporada de decisiones finas, donde cada variable –desde los precios internacionales hasta los milímetros de lluvia acumulados en primavera– puede alterar el resultado final. La rentabilidad dependerá en gran medida de lograr altos rindes, especialmente en maíz, y de tener condiciones locales favorables que ayuden a reducir los costos.

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Con márgenes ajustados y una economía aún frágil, los productores deberán planificar cuidadosamente sus planteos productivos. El maíz aparece como la opción más rentable en promedio, pero también la más desafiante.