Lluvias excepcionales transforman el escenario agrícola en Buenos Aires: alivio y nuevos desafíos


Las lluvias dieron de qué hablar en Buenos Aires. Tras varias campañas agrícolas signadas por la escasez de agua y los daños provocados por la sequía, la primera quincena de julio sorprendió al campo con lluvias extraordinarias que rompieron récords históricos en la provincia de Buenos Aires. Localidades como Bolívar, Tandil, Azul, 9 de Julio y Olavarría recibieron precipitaciones muy por encima de los promedios habituales, lo que permitió recomponer el perfil hídrico del suelo en una región clave para la producción agrícola del país.

Las lluvias llegaron en un momento clave

Según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entre el 1° y el 16 de julio Bolívar acumuló 122 milímetros de agua, cuando lo normal para todo el mes es de apenas 35 mm. En Tandil, cayeron 99 mm (normal: 41 mm) y en Azul, 84 mm (normal: 41 mm). Estos valores fueron calificados por el organismo como “muy superiores a lo normal”, una categoría que se aplica a fenómenos cuya frecuencia es inferior a una vez cada 10 años.

Lluvias

El impacto de estas lluvias fue inmediato. En regiones como Bolívar y alrededores, las lluvias generaron excelentes reservas de humedad en el suelo, condición clave para el desarrollo de los cultivos de invierno, especialmente el trigo. Técnicos de la zona informaron que la siembra se encuentra prácticamente finalizada y que el estado general de los lotes es muy bueno, con una ventana óptima de implantación que no se veía desde hacía varias campañas.

En términos productivos, este cambio es una bocanada de aire fresco para un sector que venía golpeado por la falta de agua y los bajos rendimientos. Además, representa una oportunidad para encarar con mejores expectativas la segunda mitad del año, especialmente en vistas a una primavera donde el buen estado de humedad residual será crucial.

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No obstante, el fenómeno también trajo aparejadas complicaciones. Las lluvias se concentraron en una franja que va del noroeste al sudeste de la provincia, siguiendo la traza de la Ruta Nacional 226. Esta distribución generó excesos hídricos puntuales, principalmente en zonas bajas o marginales, que presentan riesgo de anegamiento. En algunos casos, se registraron demoras en las labores de fertilización y controles sanitarios debido a la imposibilidad de ingresar con maquinaria.

Si bien los especialistas coinciden en que no hay riesgos significativos para la campaña fina por el momento, advierten que el exceso de agua en invierno puede permanecer más tiempo en el suelo, dado que las bajas temperaturas reducen la evapotranspiración. Por eso, será clave continuar con el monitoreo de los lotes más comprometidos y estar atentos a la evolución del clima en las próximas semanas.

El contraste con campañas anteriores es notorio. Durante los años recientes, muchas zonas del centro y sur de Buenos Aires sufrieron una sequía prolongada que redujo los rindes y complicó la planificación agrícola. La reciente recomposición hídrica, entonces, no solo mejora las condiciones actuales, sino que también aporta confianza y previsibilidad para los próximos meses.

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Sin embargo, quedan interrogantes abiertos. ¿Cuánto más lloverá en lo que resta del invierno? ¿Los suelos podrán drenar adecuadamente en las zonas con excesos? ¿Se mantendrán las buenas condiciones hacia la primavera y la campaña gruesa? Por ahora, el regreso del agua trae alivio y expectativas renovadas, pero también impone la necesidad de una gestión agronómica cuidadosa para aprovechar al máximo este inesperado giro climático.