Lluvias en la campaña 2025/26: ¿qué anticipan los pronósticos?


Con el primer semestre del año marcado por lluvias generalizadas en gran parte del país, los productores comienzan a mirar con atención qué puede deparar el clima de cara a la campaña gruesa 2025/26. Según los últimos informes climáticos, el escenario más probable es el de una fase “neutral” del ENOS (El Niño-Oscilación del Sur), con precipitaciones normales y sin eventos extremos a la vista hasta, al menos, febrero del próximo año.

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) fue una de las primeras entidades en confirmar que, con los datos actuales, no hay argumentos sólidos para anticipar la llegada de un nuevo evento de El Niño o La Niña. Esta definición resulta clave para el agro argentino, teniendo en cuenta el impacto que estos fenómenos suelen tener sobre las lluvias, la humedad de los suelos y, en definitiva, sobre el rendimiento de los cultivos.

El Niño no fue responsable de los excesos

Según explicó el consultor climático Alfredo Elorriaga, los excesos de lluvias que se registraron en mayo —con picos de hasta 500 milímetros en algunas zonasno estuvieron relacionados con El Niño, sino que fueron una consecuencia del reacomodamiento atmosférico tras la salida de una Niña moderada.

“En otras palabras, El Niño no tuvo nada que ver con los excesos de lluvias de mayo”, sostuvo el especialista, quien remarcó que los actuales indicadores del Pacífico central se mantienen en valores de neutralidad, con leves oscilaciones que no alcanzan a configurar un patrón claro hacia ninguna de las dos fases extremas.

Lluvias, campaña

Estabilidad climática hasta febrero de 2026

El informe más reciente del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y las proyecciones de la NOAA (Agencia Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) coinciden en que la fase de neutralidad de lluvias se mantendría hasta febrero de 2026. Según el reporte, las probabilidades de neutralidad para ese mes alcanzan el 50%, frente a un 36% de probabilidad para La Niña y solo un 14% para El Niño.

A partir de marzo y abril de 2026, las probabilidades de un escenario neutral aumentan hasta el 66%, consolidando la idea de una campaña agrícola sin grandes alteraciones climáticas de origen oceánico.

Para Elorriaga, esto representa una buena noticia para el campo argentino, aunque advierte que agosto será el mes clave para confirmar el escenario. “Es difícil que haya un cambio abrupto. Tendría que modificarse demasiado el comportamiento de los índices actuales”, explicó.

Soja, lluvias, campo, camioneta, fitosanitarios

Cómo impacta el pronóstico del luvias en la siembra y el manejo agronómico

En términos prácticos, este pronóstico permite a los productores encarar la campaña gruesa con un nivel razonable de previsibilidad climática. Una fase neutral no garantiza rendimientos récord, pero reduce significativamente el riesgo de sequías extremas o excesos prolongados de agua.

Además, en el corto plazo, no se esperan lluvias significativas en los primeros diez días de julio, lo que favorece las tareas de siembra de trigo en el este bonaerense y otras regiones de la zona núcleo. “No hay nada que indique que puede haber lluvias de consideración que dificulten las labores agrícolas”, detalló Elorriaga.

Desde el punto de vista técnico, este escenario de neutralidad permite planificar estrategias agronómicas más conservadoras, con foco en la eficiencia del uso del agua y el manejo de lotes según ambientes, sin necesidad de recurrir a medidas de contingencia como las que suelen activarse ante fenómenos Niña.

Lluvias, clima, campo

Un respiro tras años difíciles

El sector agropecuario argentino viene de años marcados por la volatilidad climática, con una sucesión de eventos Niña que afectaron rendimientos y reservas hídricas. Por eso, la consolidación de una fase neutral ofrece cierto alivio, al tiempo que permite proyectar decisiones productivas con mayor base científica.

Aunque aún resta tiempo para confirmar el escenario definitivo, todo indica que la campaña 2025/26 se desarrollará en condiciones climáticas estables, un factor que será clave para potenciar la producción y sostener la recuperación del agro tras las pérdidas de ciclos anteriores.