Estiman en 5 millones las hectáreas afectadas por las lluvias en Buenos Aires


La provincia de Buenos Aires enfrenta un escenario crítico tras las intensas precipitaciones registradas en los últimos días. Las lluvias, concentradas principalmente en las zonas rurales de Bolívar, Daireaux y Urdampilleta, agravaron una situación que ya venía siendo compleja por la acumulación de agua en superficies productivas y caminos rurales deteriorados. Según entidades del sector, la superficie afectada se acercaría a 5 millones de hectáreas, lo que podría generar complicaciones significativas para la campaña agrícola en curso.

Un escenario que se agrava

La Sociedad Rural de Bolívar confirmó que en algunas áreas se registraron lluvias acumuladas cercanas a los 200 milímetros entre lunes y martes. Esta cantidad de agua cayó sobre suelos que ya se encontraban saturados, profundizando los anegamientos.

“Ya no se puede pasar ni siquiera en tractor”, señalaron desde la entidad, al referirse al estado de los caminos rurales. La situación afecta tanto la movilidad de los productores como el traslado de insumos y la salida de la producción pecuaria y agrícola.

De acuerdo con relevamientos previos mencionados por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, 4,3 millones de hectáreas ya estaban comprometidas por el exceso de humedad en la provincia antes de este último temporal. Dentro de esa superficie, unas 900.000 hectáreas se encontraban completamente inundadas.

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Impacto sobre la producción agrícola y ganadera

El avance del agua genera complicaciones para la continuidad de la campaña de siembra de soja y maíz, cultivos fundamentales para la región y para el balance exportador del país. Las labores de implantación, que ya sufrían demoras por el estado de los suelos, podrían quedar paralizadas en grandes extensiones.

A esto se suma el problema del achicamiento de la superficie disponible para la hacienda, dado que los campos destinados al pastoreo se encuentran parcialmente cubiertos por agua. En muchos establecimientos, el ganado debe ser reubicado hacia sectores más altos, lo que reduce la carga animal posible y eleva los costos.

Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) indicaron que la situación producto de las intensas lluvias se ha extendido a nuevas áreas. “Antes, el problema grande era hasta Las Flores, pero hoy de Las Flores hacia el mar también está todo con muchísimos problemas. Tal vez no están totalmente inundadas pero sí muy afectadas”, explicaron.

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Un drenaje lento y obras pendientes

El impacto de este nuevo episodio de lluvias se torna aún más severo debido a la escasa capacidad de drenaje de la región. Las precipitaciones más intensas se registraron en el oeste bonaerense y el este de La Pampa, zonas donde los cuerpos de agua ya se encontraban al límite.

Gran parte del excedente se desplaza lentamente hacia los partidos de 9 de Julio y Carlos Casares, que se encuentran entre los más comprometidos por la saturación hídrica. Desde allí, el agua debería escurrir hacia el océano Atlántico siguiendo el curso del Río Salado, aunque ese proceso se encuentra obstaculizado por la falta de obras de dragado y profundización largamente reclamadas por el sector productivo.

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Alertas y preocupación hacia adelante

Especialistas y entidades rurales coinciden en señalar que, si las lluvias continúan, el escenario podría agravarse rápidamente. La persistencia de caminos intransitables y lotes anegados no solo pone en riesgo la actual campaña agrícola, sino también la logística, la provisión de suministros esenciales y el transporte de ganado y cosechas.

Mientras tanto, productores y dirigentes reclaman medidas urgentes de coordinación provincial y nacional, tanto para el asistencia inmediata como para la ejecución de obras estructurales capaces de evitar que estos episodios de lluvias se repitan con impacto similar.

“Las lluvias son un fenómeno natural, pero las consecuencias son una cuestión de planificación o falta de ella”, señalan en el sector. La discusión vuelve, entonces, sobre un punto central: la necesidad de infraestructura que permita convivir con ciclos de excesos y sequías sin que cada evento climático se convierta en crisis.