La Niña podría alterar el clima global desde septiembre, alerta la OMM


La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió sobre un posible regreso de La Niña, con impactos significativos en los patrones climáticos globales a partir de septiembre. Según el organismo internacional, existe un 55% de probabilidad de que las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico ecuatorial se enfríen hasta alcanzar niveles característicos del fenómeno entre septiembre y noviembre.

El regreso de La Niña genera preocupación por sus efectos sobre la agricultura, la energía y la seguridad alimentaria, dado que el enfriamiento de las aguas del Pacífico central y oriental suele provocar inundaciones y sequías en distintas regiones del mundo. Sin embargo, la OMM destacó que, a pesar de este posible escenario, las temperaturas globales probablemente se mantendrán por encima del promedio en amplias zonas del planeta.

Qué es La Niña y cómo impacta

La Niña es un fenómeno climático caracterizado por el enfriamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial, lo que altera los patrones de circulación atmosférica. Entre sus efectos más frecuentes se encuentran el aumento de precipitaciones en algunas regiones, sequías en otras y variaciones en la intensidad de tormentas y huracanes.

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Estas alteraciones afectan directamente la producción agrícola y la disponibilidad de alimentos. Además, pueden generar repercusiones en el suministro energético, la logística de transporte y la planificación de recursos hídricos. Por eso, los pronósticos estacionales de la OMM son clave para anticipar impactos y planificar respuestas, lo que se traduce en ahorros económicos y en la reducción de riesgos para distintos sectores productivos.

Opinión de especialistas

Ignacio López Amorín, especialista en clima de Agrofy News, explicó que los últimos datos de la NOAA muestran un enfriamiento en las temperaturas superficiales del Océano Pacífico Ecuatorial. Los pronósticos para la primavera del hemisferio sur sugieren la posible instalación de un fenómeno de La Niña débil y breve, que no se prolongaría más allá del verano de 2026.

Según López Amorín, aunque las aguas se enfrían desde hace varios meses, la atmósfera todavía no refleja mayores impactos. En Argentina, por ejemplo, se registran lluvias por encima del promedio en las zonas productivas del centro y norte del país. La excepción es la región de Patagonia, donde las precipitaciones fueron inferiores a la media, alineándose con la fase de enfriamiento del mar.

El especialista enfatizó la necesidad de monitorear de cerca la evolución de las lluvias y las condiciones marítimas, ya que las precipitaciones ya están generando problemas en distintas zonas y los cambios oceánicos podrían intensificar o modificar estos efectos en los próximos meses.

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Preparación y mitigación

La OMM destacó que los pronósticos estacionales permiten anticipar impactos y tomar medidas preventivas. Para la agricultura, esto significa ajustar calendarios de siembra, riego y cosecha según la disponibilidad de agua y las condiciones climáticas esperadas. Para el sector energético y de transporte, implica planificar la infraestructura y la logística frente a posibles inundaciones o sequías.

Los gobiernos y empresas pueden aprovechar estos informes para minimizar pérdidas económicas y garantizar la seguridad de la población. La planificación anticipada también contribuye a la resiliencia de los sistemas productivos frente a fenómenos climáticos extremos.

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Seguimiento y planificación

El regreso de La Niña entre septiembre y noviembre genera un llamado a la vigilancia y la preparación. Aunque el fenómeno podría ser débil y breve, sus efectos sobre la agricultura, la gestión de recursos hídricos y la planificación económica son significativos.

Especialistas recomiendan seguir de cerca tanto la evolución de las temperaturas oceánicas como el comportamiento de las lluvias, para ajustar las estrategias de producción y mitigación de riesgos. En Argentina, la situación actual muestra lluvias superiores al promedio en buena parte del país, pero con excepciones en Patagonia, lo que evidencia la importancia de un monitoreo continuo y regionalizado.

La Niña vuelve a situarse como un fenómeno clave para la planificación climática global, y la OMM insiste en la necesidad de aprovechar la información disponible para reducir impactos y maximizar la eficiencia de los recursos frente a eventos climáticos adversos.