Ganadería: los vientres no reaccionan pese a los buenos valores del ternero

El segmento de cría continúa con una dinámica muy cauta en el mercado de la ganadería argentino. Si bien el valor de los terneros se mantiene relativamente firme, los precios de los vientres no logran despegar y reflejan una demanda selectiva por parte de los productores.
Un mercado clave para la ganadería: cómo se comportaron los vientres
De acuerdo al informe realizado por la consultora AZ Group y el mercado ganadero digital deCampoaCampo, las vaquillonas con garantía de preñez promediaron los $1.303.810 por cabeza, mientras que las vacas nuevas preñadas alcanzaron los $1.389.568. Estos valores, en apariencia elevados, no han tenido mayor variación en las últimas semanas y responden a una oferta contenida.

Por el contrario, las vacas usadas preñadas promediaron $947.741, y las vacas sin servicio, $778.268. El segmento de vacas nuevas con cría tuvo una referencia promedio de $835.108, mientras que las usadas con cría se ubicaron en $624.253. En todos los casos, la variabilidad de precios depende más de la calidad sanitaria y reproductiva que del contexto de mercado.
En términos históricos, los valores actuales se encuentran en la franja superior del último año, aunque sin señales claras de crecimiento. La relación ternera/vientre se mantiene desfavorable: se requieren más de dos terneras para adquirir un vientre nuevo preñado, lo que disuade la reposición en muchos campos.

Este fenómeno también está influenciado por la relación ternero/novillo, que sigue elevada y restringe los márgenes de invernadores que quieran reponer. El resultado es un mercado de cría moderado, donde se privilegia la liquidez antes que la inversión en vientres.
A nivel regional, la demanda de vientres sigue centrada en zonas con buena perspectiva forrajera, mientras que en áreas más afectadas por el clima o los costos de producción, la estrategia es desprenderse de hembras improductivas. La retención no es una opción prioritaria en un contexto de incertidumbre.

Con estos números, la cría continúa siendo un eslabón con valor estratégico pero limitado dinamismo comercial. Se necesitan señales claras —tanto climáticas como macroeconómicas— para que el productor recupere el interés por recomponer planteles de manera más agresiva.