Clima en noviembre 2025: se esperan más lluvias y crece la desesperación de los campos inundados
El duro contraste hídrico y de clima que atraviesa al campo argentino: mientras en varias zonas de Buenos Aires los productores luchan por sacar hacienda de los lotes anegados, en el norte del país la falta de agua y el aumento de las temperaturas agravan el estrés térmico y complican el desarrollo de los cultivos. Con noviembre recién comenzando, el pronóstico del clima se vuelve decisivo para definir los próximos pasos de la campaña agrícola.
Durante los últimos días, imágenes compartidas por productores del partido bonaerense de 9 de Julio mostraron la desesperación de muchos ganaderos intentando mover animales en medio del agua. Las lluvias del fin de semana pasado superaron los 50 milímetros en buena parte de la zona y dejaron picos de hasta 100, lo que saturó los suelos y anegó caminos rurales.
El exceso hídrico afecta especialmente a los campos bajos y la cuenca del Salado, donde se repiten los problemas de drenaje y persistencia del agua en superficie. Sin embargo, apenas a unos cientos de kilómetros, el panorama es exactamente el opuesto. En sectores de Santiago del Estero, Chaco, Formosa y el norte de Santa Fe la situación es crítica por la falta de lluvias, a lo que se suma el aumento de la radiación solar y las temperaturas propias de la antesala del verano.

Según los técnicos del INTA y el Servicio Meteorológico Nacional, el suelo mantiene muy buena disponibilidad de humedad en el primer metro y medio de profundidad sobre gran parte de la región pampeana —con la excepción de las zonas inundadas— y la Mesopotamia. Pero hacia el norte y el oeste del país, la escasez de agua limita la emergencia y el crecimiento de los cultivos de verano.
El mapa de balance hídrico elaborado por el SMN, el INTA y la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) muestra en azul los excesos que dominan el norte de Corrientes y Misiones, mientras que en verde aparecen las zonas con recarga superior al 70%, que presentan condiciones óptimas. En contraste, los tonos rojos se expanden sobre el oeste y el norte, donde prevalece la sequía.
Un pronóstico con más lluvias
De acuerdo con el pronóstico extendido, el fin de semana del 1 y 2 de noviembre traerá nuevas lluvias para buena parte del país. Se esperan tormentas y chaparrones en Cuyo, Córdoba y La Pampa, con acumulados entre 20 y 40 milímetros y posibilidad de granizo. También habrá actividad eléctrica en el este de Formosa y Misiones, donde los fenómenos podrían ser intensos.
En el resto de las provincias, el clima se mantendrá con nubes y sol, y temperaturas normales para la época, con mínimas de 15°C y máximas de 25°C. Solo se prevé una baja probabilidad de chaparrones aislados sobre el norte de Buenos Aires el domingo por la tarde.

La próxima semana comenzará tranquila, pero desde el martes se espera el paso de una perturbación de altura que provocará chaparrones en Cuyo, La Pampa y Córdoba, desplazándose luego hacia Buenos Aires y el sur del Litoral. Los acumulados podrían oscilar entre 10 y 40 milímetros.
El evento más importante, sin embargo, se concentrará entre el miércoles y el viernes, cuando una baja presión de altura podría generar lluvias y tormentas fuertes en casi todo el centro y norte argentino. Las precipitaciones más intensas se registrarían en Cuyo, Córdoba, La Pampa, Santa Fe, el Litoral, Chaco, Formosa y Santiago del Estero, con acumulados que podrían alcanzar entre 40 y 120 milímetros.
Heladas tardías y cultivos bajo la lupa
Mientras tanto, el fin de semana pasado dejó otra preocupación: una irrupción de aire polar provocó temperaturas mínimas de hasta -1°C en sectores de Buenos Aires, La Pampa y Río Negro, generando heladas tardías que sorprendieron a los productores de trigo y cebada.

Localidades como Tandil, Azul y Olavarría amanecieron bajo un manto blanco, y en la zona núcleo también se reportaron episodios aislados, como en los campos de Pérez Millán. Aunque el impacto aún se evalúa, el riesgo de daño en espigas y vainas abiertas preocupa a los técnicos.
En un escenario de contrastes —con campos anegados en el centro y secos en el norte—, el clima vuelve a ser el gran protagonista. Las próximas lluvias, su intensidad y distribución serán decisivas para definir si el ciclo agrícola 2025 logra consolidar el repunte que muchos esperaban tras años de sequía.
