El campo en alerta por el clima: aumenta la probabilidad de La Niña para 2025/2026

El clima vuelve a posicionarse como una variable central en la planificación agrícola del país. Según el último informe de consenso internacional sobre el fenómeno ENOS (El Niño-Oscilación del Sur), difundido por la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA), el escenario climático para los próximos meses se torna incierto y mantiene en alerta al sector agropecuario.
El documento, elaborado a partir de la interpretación de modelos numéricos globales por parte de especialistas del International Research Institute for Climate and Society (IRI) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), indica que actualmente el océano Pacífico tropical se encuentra en condiciones neutras, sin un evento activo de El Niño o La Niña. Sin embargo, las proyecciones apuntan a un enfriamiento progresivo hacia la primavera del hemisferio sur, lo que podría dar lugar a la aparición de La Niña hacia fines de 2025.
Una transición paulatina en el clima
De acuerdo con el reporte, para el trimestre agosto-octubre se estima una probabilidad del 56% de que se mantenga la neutralidad del fenómeno ENOS. A pesar de ello, la chance de que se instale una fase La Niña se incrementa gradualmente a medida que avanza el calendario hacia el verano 2025/2026.
No obstante, la NOAA establece que para declarar oficialmente un evento La Niña deben observarse cinco trimestres consecutivos con anomalías frías en las temperaturas del Pacífico ecuatorial. En este caso, el leve enfriamiento proyectado no alcanzaría inicialmente esa duración, lo que impide hablar aún de una confirmación técnica del fenómeno. Aun así, los analistas destacan que los signos actuales no deben subestimarse y que el monitoreo constante será clave.

Impacto potencial en el agro
La posibilidad de una transición hacia condiciones más secas genera preocupación en el sector agropecuario, especialmente luego de los efectos que tuvo la última sequía provocada por La Niña entre 2020 y 2023. Una fase fría del ENOS suele estar asociada a una reducción de las precipitaciones en buena parte del territorio argentino, en especial en la región pampeana y el Litoral, donde se concentra la mayor parte de la producción de granos del país.
Ante esta perspectiva, los especialistas advierten sobre la necesidad de adaptar la planificación productiva y contemplar diferentes escenarios en la toma de decisiones. Desde la siembra de cultivos más tolerantes al estrés hídrico hasta la implementación de tecnologías de gestión del agua y seguros agrícolas, el abanico de herramientas deberá ser considerado de cara a una campaña que podría presentar desafíos.

Un patrón climático más volátil
Además del posible desarrollo de La Niña, otro punto a tener en cuenta es la creciente volatilidad. La alternancia entre fenómenos cálidos y fríos del ENOS ha sido cada vez más abrupta en los últimos años, lo que complica la previsibilidad a largo plazo. Por esta razón, desde la ORA recomiendan seguir de cerca las actualizaciones mensuales de los distintos centros internacionales de pronóstico y no basarse únicamente en proyecciones estacionales.
En este sentido, el informe destaca que la probabilidad de una fase La Niña supera el 40% a partir del trimestre septiembre-noviembre y se estabiliza en torno al 50% durante el verano. Si bien esto no implica una certeza, sí representa un nivel de alerta importante para quienes dependen del clima para producir.

El rol de la información
La difusión temprana de estos informes permite que productores, asesores técnicos y tomadores de decisiones ajusten sus estrategias a tiempo. Desde el punto de vista de la política pública, también se vuelve clave para anticipar eventuales medidas de apoyo al sector, en caso de que se consolide un ciclo de lluvias por debajo de lo normal.
En conclusión, aunque el Pacífico tropical aún se mantiene en un estado neutro, los indicios de enfriamiento y el aumento progresivo de la probabilidad de La Niña activan una señal de advertencia. El clima vuelve a ocupar un rol protagónico en la agenda del agro argentino y obliga a reforzar el monitoreo, la preparación y la planificación estratégica.