Agricultura: científicos argentinos y un descubrimiento histórico para combatir el frío extremo

En un nuevo avance de la biotecnología vegetal con impacto directo en la agricultura, un equipo de científicos argentinos logró determinar el papel clave de la hormona auxina en la capacidad de las raíces de ciertas plantas para adaptarse al frío extremo. El hallazgo, publicado en la revista Plant Communications, representa un paso importante hacia el desarrollo de cultivos superadaptables, capaces de mantener su productividad en condiciones ambientales adversas.
El descubrimiento fue realizado por un grupo de investigación de la Fundación Instituto Leloir, liderado por Victoria Berdion Gabarain, en el laboratorio dirigido por José Manuel Estevez. El estudio se centró en una planta modelo para la ciencia: Arabidopsis thaliana, ampliamente utilizada en investigaciones por su rápido crecimiento y facilidad de manipulación genética.
Raíces que se transforman con el frío
Uno de los fenómenos que más intriga a los biólogos vegetales es la respuesta que las raíces de Arabidopsis tienen ante temperaturas inferiores a los 10°C: los pelos radicales —extensiones celulares clave para la absorción de agua y nutrientes— se alargan hasta tres veces más de lo habitual. Este mecanismo representa una herramienta de supervivencia frente a la escasez de nutrientes en suelos fríos y poco fértiles.
Si bien ya se habían identificado ciertos elementos genéticos y celulares que explican este proceso, el rol específico de la auxina, una de las hormonas más importantes para el desarrollo vegetal, no estaba del todo claro. El nuevo estudio no solo confirmó que esta hormona participa activamente, sino que reveló cómo lo hace.

Una orquesta molecular coordinada
Según los investigadores, cuando la planta es expuesta a bajas temperaturas, se acumulan precursores de auxina en la raíz. Además, se incrementa la actividad de una enzima clave (YUC8), que convierte esos precursores en auxinas activas.
Pero lo más llamativo es la manera en la que estas hormonas se redistribuyen: en vez de concentrarse en la punta de la raíz, donde normalmente promueven el crecimiento, se trasladan hacia la zona donde se generan los pelos radicales, gracias a una proteína transportadora llamada PIN2. Este “reencauzamiento” hormonal permite que la planta alargue sus pelos justo donde los necesita para sobrevivir.
“Vimos que no se trata solo de producir más auxina, sino de redistribuirla y modular su efecto de forma precisa”, explicó Berdion Gabarain a la Agencia CyTA-Leloir. A través de ensayos con mutantes genéticos, inhibidores químicos y marcadores fluorescentes, el equipo logró rastrear este complejo circuito molecular, que se activa en temperaturas bajas y regula el desarrollo de la raíz en tiempo real.

De la ciencia básica a la agricultura
El objetivo final de esta línea de investigación no se limita al conocimiento teórico de la agricultura. Tal como señaló el director del laboratorio, José Manuel Estevez, el equipo ya trabaja para trasladar estos hallazgos al desarrollo de cultivos inteligentes, como el tomate y la alfalfa, diseñados genéticamente para potenciar la formación de pelos radicales y mejorar así la absorción de nutrientes en ambientes hostiles.
“La idea es lograr plantas que respondan de manera más eficaz a las condiciones del suelo y la temperatura, fomentando una agricultura más sostenible y productiva”, sostuvo Estevez.
En particular, la elección de la alfalfa como uno de los cultivos de prueba tiene un fuerte valor estratégico para la agricultura Argentina, ya que se trata de una especie fundamental para la ganadería y los sistemas de producción forrajera. Una alfalfa capaz de mantener su eficiencia en climas más fríos o suelos empobrecidos permitiría expandir la frontera productiva, reducir la dependencia de fertilizantes y mejorar la rentabilidad del sector.

Futuro: resiliencia vegetal en un clima cambiante
En un contexto global de la agricultura marcado por el cambio climático y la necesidad de producir más con menos recursos, avances como este resultan fundamentales. Lograr que las plantas respondan de forma autónoma a condiciones adversas —como el frío extremo— sin comprometer su desarrollo, puede marcar la diferencia entre un cultivo exitoso o un fracaso productivo.
La investigación liderada por el equipo de Leloir demuestra, una vez más, el valor de la ciencia básica como motor de innovación agrícola, y posiciona a la biotecnología argentina en la primera línea de la carrera por una agricultura más resiliente, eficiente y sostenible.