Debate en el sector de vinos: desregulación divide a bodegas y trabajadores del INV
La reciente decisión del Gobierno nacional de reducir los controles del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) abrió un intenso debate dentro del sector de vinos. Mientras que las bodegas celebran lo que consideran un paso hacia una industria más ágil y competitiva, trabajadores y técnicos del organismo advierten riesgos en materia de trazabilidad y salud pública. La eliminación de 973 normativas que regían la actividad marca un cambio profundo en la fiscalización de la producción de vinos en Argentina.
Una reforma que redefine el rol del INV
La medida fue formalizada mediante la Resolución 37/2025, firmada por el presidente del INV, Carlos Tizio, y publicada en el Boletín Oficial. La normativa establece que, a partir del 1 de enero de 2026, el organismo limitará sus controles a la etapa de comercialización final de los vinos, es decir, cuando el producto ya esté envasado y cuente con su Certificado Analítico de Libre Circulación.
Esto implica que el INV dejará de inspeccionar procesos previos, como la elaboración, el traslado o el almacenamiento de los vinos. Para parte del sector, esto aligera la carga burocrática; para otros, abre una zona gris donde la fiscalización se vuelve más compleja y costosa de ejecutar.

Preocupación por la pérdida de trazabilidad
Desde dentro del organismo, las críticas no tardaron en aparecer. Mariano Lucero, delegado gremial de ATE y administrativo del INV, señaló que la medida implica una reducción del 60% en la capacidad de fiscalización.
Según el gremio, se pone en riesgo la trazabilidad, que permite seguir el recorrido de cada vino desde la bodega hasta la góndola. “Se pierde la capacidad de determinar la genuinidad del vino, lo que afecta no sólo la confianza en el producto, sino también la salud pública”, afirmó Lucero.
El delegado explicó que con la dotación actual, el INV solo fiscaliza alrededor del 5% de los vinos que llegan al consumidor. “Sin control previo, detectar adulteraciones será casi imposible. Se estará confiando en la buena fe de cada productor”, advirtió.

El mensaje del gremio: el INV no es burocracia, es control sanitario
Lucero también cuestionó el discurso oficial que sostiene que la desregulación elimina estructuras estatales innecesarias. “El INV es un organismo técnico y transparente, con profesionales que garantizan la calidad del vino argentino. No es un lugar de privilegios ni de trabas”, sostuvo.
Desde ATE temen que este recorte normativo sea la antesala de un achique estructural, lo que afectaría tanto a los trabajadores como a la capacidad del Estado para auditar un sector productivo clave como el de los vinos. “Hay bodegas responsables, pero también hay quienes priorizan el negocio por sobre la calidad del producto. Sin control, el consumidor queda desprotegido”, concluyó.
Las bodegas ven una oportunidad para modernizar la industria
Del otro lado del debate, la cámara Bodegas de Argentina (BdA) expresó su apoyo a la desregulación. Su director ejecutivo, Milton Kuret, sostuvo que la eliminación de las normas ayudará a modernizar procesos y reducir costos en la elaboración de vinos.
Para las bodegas, la mayor parte de los atributos del vino pueden verificarse en laboratorio, sin necesidad de controles administrativos extensos. “La medida flexibiliza lo innecesario y fortalece los controles analíticos”, afirmó Kuret.

Según el sector empresarial, la resolución agiliza la producción, mejora la competitividad y estimula la responsabilidad empresarial. “Es hora de confiar más en las bodegas y concentrar los controles donde realmente importan”, sintetizó.
Un sector entre la eficiencia y la seguridad
La discusión enfrenta dos modelos de control y desarrollo:
- Uno que apuesta por la simplificación regulatoria y la competitividad,
- Y otro que sostiene que la trazabilidad es un pilar irrenunciable para garantizar calidad y proteger al consumidor.
La resolución ya está en marcha, pero su impacto se medirá en los próximos años, cuando la industria vitivinícola deba demostrar si la flexibilización trae eficiencia sin sacrificar seguridad. Por ahora, el debate está lejos de cerrarse.
