Uruguay rompe su propio techo y consume más de 100 kilos de carne por habitante
Uruguay se encamina a cerrar 2025 con un consumo de carnes que no solo sorprende por su volumen, sino también por su significado histórico. Con más de 100 kilos por habitante al año, el país alcanza un récord que no se registraba desde hace una década y reafirma su identidad como una de las naciones más carnívoras del mundo.
Los datos oficiales confirman que la demanda interna de proteínas animales continúa firme, impulsada por una combinación de mayor oferta, cambios en los precios relativos y una dieta que, aunque se diversifica, sigue teniendo a la carne como eje central.
Un récord histórico en el consumo per cápita
Según cifras del Instituto Nacional de Carnes (INAC), el consumo total de carnes en Uruguay alcanzará en 2025 los 100,5 kilos por habitante, marcando el nivel más alto de los últimos diez años. El registro implica un crecimiento de 1,2 kilos per cápita respecto a 2024, año en el que el país ya había estado muy cerca de romper la barrera simbólica de los 100 kilos.
Este desempeño confirma una tendencia sostenida de recuperación y expansión del consumo interno, en un contexto donde la disponibilidad de producto fue clave. Para el sector cárnico, el dato refleja no solo hábitos culturales arraigados, sino también una demanda que se mantiene sólida incluso en escenarios económicos desafiantes.

La carne vacuna sigue al frente del plato
Dentro del total consumido, la carne bovina conserva su liderazgo indiscutido, con un promedio estimado de 49,4 kilos por habitante en 2025. Aunque lejos de los máximos históricos de décadas pasadas, la carne vacuna continúa siendo el principal componente de la dieta cárnica de los uruguayos.
Este liderazgo se explica tanto por factores culturales como por la disponibilidad del producto en el mercado interno de Uruguay. El acceso a distintos cortes y una oferta más amplia han sostenido la preferencia por la carne vacuna, incluso frente al avance de otras proteínas que ganaron espacio en los últimos años.
Aves y cerdos ganan terreno en la mesa
La diversificación del consumo se refleja con claridad en el crecimiento de otras carnes. La carne aviar alcanzará en 2025 los 25,7 kilos per cápita, consolidándose como la segunda proteína más consumida del país. Su menor precio relativo y su versatilidad en la cocina explican buena parte de este avance.

En paralelo, la carne porcina llegará en Uruguay a 23,1 kilos por habitante, confirmando una expansión sostenida. Este crecimiento muestra un cambio en los hábitos alimentarios, con consumidores cada vez más abiertos a distintas opciones, aunque sin desplazar a la carne vacuna de su lugar central.
La ovina, en retroceso sostenido
A contramano del resto de las carnes, el consumo de carne ovina descenderá a 2,3 kilos por persona, profundizando una tendencia de pérdida de participación que se observa desde hace varios años. El retroceso responde tanto a cuestiones de precio como a una menor presencia del producto en el mercado interno.
Desde el sector se reconoce que la carne ovina enfrenta desafíos estructurales para recuperar protagonismo en la dieta local, en un escenario dominado por proteínas más accesibles y de mayor rotación en los puntos de venta.

Importaciones y cambios en el abastecimiento
El INAC atribuye parte del crecimiento del consumo total a un mayor volumen de carnes importadas, especialmente en los segmentos bovino y porcino. Este ingreso adicional de producto permitió ampliar la oferta disponible y sostener la demanda interna.
Sin embargo, el aumento de las importaciones también modificó la estructura de abastecimiento, generando debates sobre la participación relativa de la producción nacional. Aun así, el balance general de 2025 muestra un mercado dinámico y con capacidad de absorber mayores volúmenes.
Uruguay, entre los mayores consumidores del mundo
Con estos niveles de consumo, Uruguay se consolida entre los países con mayor ingesta de carnes a nivel global. La cifra récord de 2025 confirma una dieta fuertemente basada en proteínas animales, aunque cada vez más diversificada entre distintas categorías.
El desafío hacia adelante será equilibrar este alto consumo con cambios en la producción, el comercio y las preferencias del consumidor, en un contexto donde la carne sigue siendo un símbolo central de la identidad alimentaria del país.
