La Unión Europea demora el acuerdo con el Mercosur y extiende la negociación hasta 2026


La firma del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur volvió a quedar en suspenso. Aunque el entendimiento llevaba meses de avances técnicos y políticos, la falta de consenso interno dentro del bloque europeo obligó a postergar una definición que estaba prevista para concretarse en Brasil. La decisión fue confirmada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras una cumbre de líderes en Bruselas.

El freno respondió a que no se alcanzó la mayoría calificada necesaria en el Consejo Europeo, condición indispensable para avanzar con la rúbrica del acuerdo. En ese escenario, varios Estados miembros expresaron reparos, lo que llevó a consensuar una prórroga y a fijar como nuevo horizonte los primeros días de enero de 2026, manteniendo abiertas las conversaciones.

Divisiones internas y liderazgo de las objeciones

Dentro de la Unión Europea, Francia e Italia encabezaron las posiciones más críticas, marcando el ritmo del desacuerdo. París volvió a plantear fuertes objeciones vinculadas a la protección de su sector agrícola, reclamando mayores garantías ambientales y sanitarias para evitar lo que considera una competencia desleal por parte de los países sudamericanos.

Italia, en tanto, adoptó una postura más cautelosa, señalando que el avance del acuerdo resulta prematuro sin un debate más profundo sobre sus consecuencias económicas internas. Roma pidió mayor claridad sobre el impacto del tratado en su agroindustria, especialmente en regiones sensibles a la apertura comercial.

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Estas resistencias no se limitan al plano político. En distintos países de la Unión Europea se registraron protestas de agricultores, quienes rechazan el acuerdo por temor a un incremento de importaciones de carne, granos y otros productos del Mercosur a precios más competitivos. Esa presión social terminó reforzando las dudas de varios gobiernos.

El Mercosur sostiene el interés estratégico

Del lado sudamericano, la reacción fue prudente pero firme. Brasil, principal impulsor del acuerdo, reafirmó que el entendimiento con la Unión Europea es una prioridad estratégica y geopolítica para el Mercosur. El ministro de Hacienda brasileño, Fernando Haddad, subrayó que el tratado permitiría diversificar mercados y reducir la dependencia de otros destinos comerciales.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva mantuvo contactos con dirigentes europeos en las horas previas a la decisión y aceptó la postergación como un gesto político necesario para facilitar el consenso interno en la Unión Europea. Desde Brasil dejaron en claro que la prórroga no implica un retroceso, sino una oportunidad para destrabar resistencias.

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Argentina, Paraguay y Uruguay también siguieron el anuncio con cautela. Para estos países, el acuerdo representa una ventana clave para ampliar exportaciones, atraer inversiones y consolidar reglas estables de acceso a uno de los mercados más relevantes del mundo.

Un tratado de alcance global y alto impacto

El acuerdo UE-Mercosur, negociado durante más de dos décadas, apunta a conformar una de las mayores zonas de libre comercio del planeta, con un mercado potencial estimado entre 700 y 780 millones de personas. El texto contempla reducciones arancelarias significativas para productos industriales, agrícolas y agroindustriales.

Para el Mercosur, el tratado con la Unión Europea es visto como una herramienta central de inserción internacional, especialmente para sectores como la carne, los granos, la agroindustria y algunos bienes industriales. Para Europa, representa una oportunidad de acceso preferencial a materias primas y a un mercado sudamericano ampliado.

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Sin embargo, aun con la firma pendiente, el camino institucional sigue siendo largo. El acuerdo deberá ser aprobado por el Consejo Europeo, ratificado por el Parlamento Europeo y luego validado por los congresos nacionales de los países del Mercosur, un proceso que podría extenderse varios años.

Negociaciones abiertas y mirada puesta en 2026

En las próximas semanas, los equipos técnicos continuarán trabajando sobre cláusulas complementarias, especialmente en materia ambiental, sanitaria y de protección productiva. El objetivo será ofrecer garantías adicionales que permitan sumar apoyos dentro de la Unión Europea.

Si esas gestiones prosperan, la firma podría concretarse a comienzos de enero de 2026, reactivando un proceso considerado clave para el comercio internacional. Mientras tanto, la postergación confirma que el acuerdo UE-Mercosur sigue siendo tan estratégico como políticamente sensible, y que su concreción dependerá de delicados equilibrios internos en ambos bloques.