Trigo con buenas perspectivas: más del 95% de los lotes en estado óptimo pese al exceso de lluvias

Las intensas precipitaciones de agosto dejaron una postal inédita en la región núcleo: suelos saturados en pleno invierno y acumulados históricos de lluvias, que plantean un escenario tan favorable como desafiante para el trigo y los cultivos de la próxima campaña.
Según los relevamientos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), más del 95% de los lotes trigueros se encuentran en condiciones de buenas a excelentes, aunque en zonas puntualmente anegadas ya se registran pérdidas totales. El panorama general es alentador, pero la saturación de los suelos complica las labores de fertilización y aumenta el riesgo de enfermedades.
Agosto histórico: lluvias seis veces por encima del promedio
De acuerdo con el GEA-BCR, agosto acumuló en promedio 193 milímetros, seis veces más que el registro histórico mensual. Localidades como María Teresa (344 mm), Chovet (290 mm) y Pergamino (286 mm) marcaron picos extraordinarios, lo que convierte a este mes en el más lluvioso de los últimos 30 años.
El impacto fue inmediato: 83% de la región núcleo cerró agosto con suelos saturados, algo poco habitual en la estación más seca del año. Para los analistas, esta condición asegura humedad suficiente para la primavera y la etapa crítica de los cultivos estivales, aunque también abre la puerta a complicaciones operativas.

Trigo: un presente alentador
El cereal es, hasta ahora, el gran beneficiado del exceso hídrico. La BCR informó que 98% del área de trigo está en estado de bueno a excelente, con un 25% catalogado como excelente, 55% como muy bueno y 17% como bueno. Solo un 3% se ubica en regular o malo por estar bajo agua, lotes que se dan prácticamente por perdidos.
En zonas del centro-sur de Santa Fe y sudeste de Córdoba, técnicos reportan cultivos de trigo con abundante macollaje y potencial de rindes que podrían superar los 60 quintales por hectárea, siempre y cuando no se registren heladas tardías.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires coincidió en el diagnóstico: “Un 98% del área en pie mantiene condición de Normal a Excelente”, destacó en su Panorama Agrícola Semanal (PAS). Además, subrayó que las lluvias de la tormenta de Santa Rosa mejoraron las perspectivas del trigo en sectores del oeste agrícola, aunque reconoció que un 27% de los lotes presenta excesos hídricos.

Fertilizaciones y aplicaciones en riesgo
El gran desafío ahora es ingresar a los lotes de trigo. La saturación de los suelos impide avanzar con fertilizaciones nitrogenadas y aplicaciones de fungicidas, prácticas claves en esta etapa del ciclo.
La BCR advierte que ya se observa pérdida de nitrógeno por lavado y desnitrificación, lo que podría limitar los rendimientos si no se logra refertilizar a tiempo.
En paralelo, la alta humedad incrementa la presión de enfermedades fúngicas, que podría dispararse si continúan las lluvias y no se concretan las aplicaciones sanitarias.
Zonas críticas con riesgo de pérdida total
Más allá de la foto positiva del trigo a nivel nacional, hay regiones con situaciones alarmantes. La BCBA reporta que uno de cada cuatro lotes presenta excesos hídricos, con epicentro en el este y sur del área agrícola.

El panorama es especialmente grave en el norte bonaerense, entre Junín y Chacabuco, donde el agua no escurre y ya se observan cuadros con asfixia radicular y riesgo de pérdida total. Además, la imposibilidad de trabajar los lotes complica la planificación de la siembra de maíz temprano, que deberá reprogramarse para fechas más tardías o incluso pasar a soja.
De la sequía a la saturación: un cambio de paradigma
La paradoja que describen los analistas es evidente: tras años de sequía donde cada milímetro de lluvia era esperado con ansiedad, ahora lo que se cuentan son los días sin precipitaciones para poder avanzar en las tareas de campo.
En síntesis, el trigo transita una de sus mejores campañas recientes, con condiciones generales que entusiasman y aseguran un piso productivo sólido. Sin embargo, la falta de piso para trabajar, la presión sanitaria y los excesos hídricos en zonas críticas marcan que la campaña, aunque prometedora, se juega bajo un escenario de alta vulnerabilidad.