El ternero gana terreno: subas del 8% y señales de refugio en plena incertidumbre electoral

Con el escenario político en ebullición y la economía en pausa de espera, el mercado ganadero encontró su propio termómetro de confianza: la invernada. En las últimas semanas, el precio del ternero volvió a escalar con fuerza, consolidándose como una de las inversiones más firmes dentro del agro y, al mismo tiempo, como un resguardo frente a la volatilidad previa a las elecciones legislativas.
El último remate de ROSGAN, realizado en Rafaela, reflejó esa tendencia con claridad. Las categorías de invernada —tanto machos como hembras— registraron aumentos de entre 5% y 8% respecto de septiembre, llevando el Índice Ternero ROSGAN a $4.537 por kilo, el nivel más alto del año y uno de los tres más elevados de los últimos quince años.
A valores constantes, la cotización actual solo fue superada por los picos de diciembre de 2015 y diciembre de 2021, dos momentos marcados por transiciones políticas y tensiones cambiarias, lo que refuerza el carácter defensivo de la hacienda en escenarios de incertidumbre.

Un refugio, pero también una apuesta productiva
Más allá de su rol histórico como activo de resguardo, el repunte del ternero también responde a factores estructurales del negocio cárnico. Los productores ven en la invernada una oportunidad doble: proteger capital y, a la vez, posicionarse en un ciclo de precios futuros que se proyecta favorable.
El especialista en mercados ganaderos del INTA, Martín Boschi, explicó que “la actual firmeza del ternero no es meramente especulativa, sino el reflejo de un mercado con fundamentos reales”. Según el técnico, la combinación de menor oferta, demanda interna sostenida y precios internacionales estables fortalecen el atractivo de invertir en hacienda liviana.
En ese marco, las expectativas de revalorización de la carne durante los próximos meses impulsan a los productores a adelantarse y asegurar reposición antes de que los precios se consoliden aún más arriba.

Efecto calendario y dinámica de oferta
Aunque el clima político y financiero agrega combustible a la demanda, la estacionalidad también juega un papel clave. Entre septiembre y diciembre, los valores de la invernada suelen afirmarse debido a la retracción de la oferta posterior al pico de ventas del invierno.
Históricamente, ese período muestra cotizaciones entre 2 y 7 puntos por encima del promedio anual. Sin embargo, los números actuales superan ampliamente ese rango. Con una base de $3.680 por kilo en el primer trimestre del año, los precios de octubre deberían ubicarse en torno a los $3.838 por kilo según la serie histórica. Pero el mercado paga $4.537 por kilo, un 18% por encima del patrón estacional.
Esto indica que no se trata solo de una corrección de mercado, sino de una señal de confianza en el ciclo ganadero. Los compradores asumen precios altos con la expectativa de que el valor del ternero continúe su recuperación tanto en el mercado doméstico como en la exportación.

Fundamentos firmes y horizonte favorable
A diferencia de otros períodos —como los de 2019 o 2023—, cuando la hacienda fue un refugio financiero incluso para actores externos al sector, el presente ciclo combina estabilidad relativa y fundamentos productivos sólidos.
El reacomodamiento del stock bovino tras años de liquidación, la recuperación del consumo interno y la mejora en las cotizaciones internacionales configuran un escenario de rentabilidad más previsible para el criador y el invernador.
Además, el fortalecimiento del precio de la hacienda se apoya en la limitada disponibilidad de terneros, consecuencia directa de la menor producción registrada en las últimas campañas. Este ajuste de oferta explica buena parte del salto reciente, sumado a la expectativa de un año con clima más favorable y pasturas en mejor condición.

Señales de confianza en medio de la incertidumbre
En definitiva, el mercado del ternero vuelve a convertirse en un barómetro de la economía real. Mientras otros sectores esperan definiciones políticas y financieras, la ganadería se mueve por expectativas más concretas: oferta limitada, demanda sostenida y valor tangible.
Así, en un país acostumbrado a buscar refugios de valor en los momentos de duda, el ternero reafirma su condición de activo estratégico, demostrando que en la Argentina, una vez más, las “patas” pueden ser una inversión tan segura como el mejor resguardo financiero.