Tecnología con aire forzado reduce hasta un 54% las pérdidas en la cosecha de soja


Un estudio del INTA Manfredi demostró que un sistema de aire forzado en la cosechadora mejora la eficiencia de recolección en cultivos de bajo porte. El avance representa una oportunidad concreta para aumentar la rentabilidad y reducir el desperdicio en el agro.

En un contexto donde cada grano cuenta, una innovación tecnológica desarrollada por el INTA Manfredi (Córdoba) promete marcar un antes y un después en la eficiencia de cosecha. Se trata de la incorporación de un sistema de aire forzado en la plataforma de la cosechadora, que permite reducir hasta un 54 % las pérdidas de soja durante la recolección.

La investigación se llevó adelante en un lote de soja de porte bajo, con rendimiento promedio de 26 quintales por hectárea y 14,2 % de humedad, condiciones que suelen acentuar los niveles de pérdida, especialmente en cultivos con distribución irregular de plantas.

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“Este tipo de cultivo plantea grandes desafíos al momento de la recolección, ya que el 70 % de las pérdidas se producen en el cabezal y el resto por la cola de la cosechadora”, explicó Diego Villarroel, especialista en agricultura de precisión del INTA Manfredi. En ese marco, la incorporación del sistema Bravatec-Agro modelo Plenum, que genera un flujo continuo de aire sobre la barra de corte, permitió mejorar el ingreso del material al sistema de trilla y reducir significativamente la pérdida de granos y vainas.

¿Cómo funciona esta tecnología?

El sistema consiste en una serie de conductos de fibra de carbono montados en la plataforma, que dirigen una corriente de aire forzado sobre la barra de corte. De esta forma, se evita la acumulación de granos sueltos y se impulsa el material hacia el sinfín de alimentación o sistema de lonas, mejorando el flujo continuo hacia la trilla.

“En el ensayo se observó una reducción del 54 % en las pérdidas por plataforma, comparado con un sistema de cosecha tradicional sin aire forzado”, destacó Villarroel. Según explicó, el impacto fue especialmente evidente en los sectores donde el molinete convencional no lograba acompañar el corte y traslado eficiente de las plantas.

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Apuesta a más cultivos y variables

El trabajo representa apenas el comienzo de una línea de investigación que busca extender esta tecnología a otros cultivos como garbanzo, arveja, trigo y cebada, según explicó Fernando Ustarroz, especialista en valor agregado del INTA Manfredi. Ambos investigadores coinciden en que este tipo de innovaciones pueden marcar una diferencia importante en condiciones de cosecha difíciles o en zonas marginales.

Además, señalaron que el próximo paso será evaluar el impacto del sistema de aire forzado en variables como el consumo de combustible, la capacidad operativa de la máquina y la calidad final del grano cosechado, aspectos clave para validar su incorporación a escala comercial.

“El objetivo no es solo aumentar el volumen cosechado, sino también optimizar el uso de los recursos, reducir el desperdicio a campo y maximizar el valor del producto final”, destacó Ustarroz con respecto a la tecnología de aire forzado.

Un paso más hacia la eficiencia sustentable

Con una superficie sembrada de 17,75 millones de hectáreas de soja en la campaña 2024/25 y rendimientos promedio de 27,4 qq/ha, cualquier mejora en la eficiencia de cosecha representa un impacto directo en la rentabilidad del productor y en la sustentabilidad del sistema productivo.

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“La eficiencia en la cosecha es clave para mejorar la rentabilidad del productor y reducir las pérdidas a campo. Tecnologías como el aire forzado pueden marcar una diferencia significativa, especialmente en escenarios de cultivos complejos o condiciones adversas”, subrayó Villarroel.

El ensayo se llevó a cabo con una plataforma modificada de 35 pies, equipada con el sistema de aire forzado y mediciones de pérdidas en condiciones reales de campo, activando y desactivando el sistema para comprobar los resultados.

El avance demuestra una vez más el valor de la articulación entre investigación pública y tecnología aplicada, y deja abierta la puerta a nuevas soluciones que optimicen los procesos productivos del agro argentino.