Caída acelerada de tasas redefine el mapa financiero y enfría el atractivo de los plazos fijos


Diciembre comenzó con un fuerte movimiento en el sistema financiero de la Economía argentina: las tasas en pesos se desplomaron por debajo del 25% anual, reconfigurando el atractivo de los plazos fijos y otras herramientas de ahorro. Según entidades del sistema, este retroceso responde principalmente a la mayor liquidez disponible, producto de la flexibilización sobre los encajes bancarios aplicada en las últimas semanas.

La baja de los rendimientos se vio primero en los plazos fijos tradicionales. Un banco de primera línea ya paga apenas 22% anual por colocaciones a 30 días, un nivel que no se registraba desde antes de la crisis generada en julio por el desarme de las LEFI y la incertidumbre preelectoral. Este comportamiento refleja que, por el momento, los bancos no necesitan captar pesos de manera urgente, mientras que la demanda de crédito sigue en mínimos históricos.

Plazos fijos y cuentas remuneradas, entre la baja demanda y la caída del atractivo

En el grueso del sistema, las entidades más grandes ofrecen tasas cercanas al 25% anual para depósitos minoristas a 30 días, mientras que los bancos medianos apenas superan ese número, sin alcanzar el 30%. La señal es clara: el mercado no está dispuesto a pagar más por fondos frescos debido al exceso de liquidez.

El golpe también alcanza a las cuentas remuneradas, un producto que había sido estrella durante la inflación alta. Billeteras virtuales y bancos digitales habían captado usuarios con tasas muy competitivas, pero ahora los rendimientos se derrumbaron, reduciendo el incentivo para mantener saldos a la vista. Con retornos más bajos, la ventaja que ofrecían frente a cuentas tradicionales comienza a desdibujarse, y los usuarios evalúan otras alternativas de uso de sus fondos.

Dólar, tasas

Las Lecap y la vuelta a un escenario previo a la crisis

El excedente de pesos impactó además en el mercado de títulos públicos. Las Lecap más cortas perforaron el 25% anual, alcanzando niveles previos al temblor financiero del invierno. Incluso los instrumentos con vencimiento hasta febrero apenas se ubican entre 30% y 32% anual. Para el Tesoro, esto implica un abaratamiento significativo en sus próximas renovaciones, con tasas que se alinean con las expectativas de inflación.

En paralelo, los bonos CER (Boncer) también mostraron una fuerte corrección. En el pico de incertidumbre electoral llegaron a rendir hasta 20 puntos por encima de la inflación, mientras que ahora el spread se redujo a aproximadamente 8%. Este reacomodamiento devuelve cierta normalidad al mercado de deuda ajustada por precios, tras meses de tensión.

privatizaciones, Luis Caputo

Los encajes, la clave del nuevo ciclo de liquidez

Durante meses, los bancos enfrentaron encajes superiores al 50% y la obligación de cumplirlos a diario, lo que los obligó a pagar tasas altísimas, incluso por encima del 100%, para reunir fondos. Esa situación derivó en pérdidas para varias entidades, reflejadas en sus balances trimestrales.

Pero diciembre trajo alivio: aunque los encajes continúan elevados, la exigencia de cumplimiento diario bajó del 95% al 75%, permitiendo a las entidades administrar mejor sus flujos. La temporada también suele elevar la demanda de pesos, por lo que la flexibilización ayudó a absorber esas necesidades sin presiones adicionales, estabilizando al sistema.

Dólar blue

Riesgos y cautela: el desafío de evitar una corrida hacia el dólar

El panorama más benigno, sin embargo, trae consigo desafíos. Una baja demasiado agresiva en las tasas podría activar una migración hacia el dólar, un riesgo que el equipo económico sigue de cerca para evitar tensiones cambiarias o efectos sobre la inflación futura. El equilibrio se vuelve clave en esta etapa: sostener la liquidez sin perder el control del tipo de cambio.

A pesar de la baja en las tasas de referencia, el crédito aún no muestra señales claras de reactivación. La transmisión del alivio financiero hacia préstamos personales y comerciales es lenta. La expectativa del sistema es que la demanda recién podría rebotar hacia marzo o abril, una vez estabilizado el consumo y las finanzas de empresas y hogares.

Por ahora, la economía navega un período de transición: tasas más bajas, liquidez alta y crédito contenido. El desafío será sostener la estabilidad sin generar desbalances que reaviven tensiones cambiarias o inflacionarias. El ritmo de los próximos meses será decisivo para definir si la recuperación del mercado financiero gana fuerza o vuelve a frenarse.