Inundaciones en tambos: caminos anegados, leche que no se retira y vacas sin alimento

Las intensas lluvias que se registraron en la provincia de Buenos Aires durante el último fin de semana profundizaron el desastre que ya sufría el oeste provincial, con los tambos como principales afectados. En distritos como Carlos Casares y 9 de Julio, productores denuncian que no logran sacar la leche ni abastecer de alimento a las vacas, en un escenario que califican como crítico.
La situación fue reflejada en un informe de la plataforma de contenidos CREA, donde se recopilaron testimonios de productores y referentes de la región que advierten por pérdidas productivas millonarias y por la imposibilidad de proyectar una campaña agrícola con normalidad.
Más del 50% de la superficie agrícola bajo agua
Ignacio Lamattina, coordinador de la región CREA Oeste, trazó un panorama desolador en la subzona este, que abarca desde Lincoln, Pehuajó y Bolívar hacia el este. “Los 60 a 80 milímetros que cayeron el fin de semana pasado empeoraron la situación y se calcula una pérdida de superficie agrícola mayor al 50%, con tambos y campos de cría muy complicados también”, explicó.

El impacto de las precipitaciones quedó reflejado en un informe de Solum Agrotecnología, que mediante imágenes satelitales determinó que al 23 de agosto había 118.200 hectáreas inundadas en Carlos Casares, el 47% del distrito, cifra que creció tras las últimas lluvias.
“En algunos casos se han registrado 1.300 milímetros en lo que va del año, con lo cual las empresas lecheras de la zona están muy complicadas”, agregó Vicente Peluffo, integrante de CREA 9 de Julio.
Tambos en crisis: leche en tractores y vacas sin raciones
El testimonio de los productores refleja la precariedad de la logística diaria. “Por el exceso de agua es un desafío sacar la leche, muchas veces en tractores y con varios viajes al día porque los camiones no pueden entrar”, indicó Peluffo.

La misma problemática se repite para ingresar alimento a los tambos: “Algunas empresas estuvieron varios días sin ofrecer raciones porque los camiones no podían acceder. Eso afecta directamente la producción, el confort de las vacas y los ingresos de los productores”, advirtió.
El impacto no solo es económico, sino también humano. Hay empleados rurales que quedaron aislados y deben ser trasladados en camionetas o tractores, mientras que los caminos rurales permanecen intransitables.
“Los municipios deberían asegurar la transitabilidad de los caminos rurales en estas circunstancias, no solo por la población que vive allí, sino para evitar que las empresas agropecuarias tengan dificultades adicionales a las que ya generan las inundaciones”, reclamó Peluffo.
Pérdidas en los cultivos y la siembra comprometida
A las complicaciones en los tambos se suman las pérdidas en la agricultura. Según Mario Reymundo, integrante de CREA Casares-9 de Julio y presidente de la Sociedad Rural de Carlos Casares, la situación se agravó en los últimos meses.

“Después de una sequía, las lluvias parecían una buena noticia hasta marzo. Desde abril, los excesos comenzaron a transformarse en un desastre”, explicó.
Las estimaciones hablan de pérdidas del 20 al 30% en soja, mientras que el maíz, si bien pudo cosecharse en gran parte, fue embolsado con humedades muy elevadas, lo que puede generar complicaciones en la conservación del grano.
Además, los productores ya perdieron la ventana óptima para sembrar maíz temprano –que concluye el 10 de octubre– y no pudieron implantar cultivos de fina en invierno. La expectativa está puesta en que el agua escurra hacia fines de octubre para poder sembrar soja de primera y girasol, aunque las perspectivas son poco alentadoras.

Tambos que cierran y familias afectadas
El drama ya se traduce en cierres de establecimientos. “El mes pasado cerró un tambo en la zona de Ordoqui que daba trabajo a 20 familias. Los tambos se quedaron sin pasturas y con serios problemas para abastecerse de forraje. El panorama hacia adelante es muy poco optimista”, advirtió Reymundo.
La crisis de los caminos, las complicaciones logísticas, las pérdidas agrícolas y el impacto en la producción lechera configuran un escenario límite. El oeste bonaerense vive hoy un verdadero desastre agropecuario, con productores que hacen malabares para sostener la actividad y con comunidades rurales que sufren el aislamiento y la incertidumbre.