Tambos del futuro: bienestar humano y animal para potenciar la producción

La tradicional imagen de los tambos como una industria dominada por la escala y la genética está dando paso a una nueva visión: una lechería donde el bienestar de las personas y los animales se posiciona como el verdadero motor de la competitividad. Así lo expresaron especialistas durante las Jornadas Lecheras Nacionales, en el marco de Todo Láctea 2025, que se desarrollan en Esperanza, Santa Fe.
Desde el Salón Argentina del predio del CICAE, los primeros paneles invitaron a repensar el modelo productivo, bajo una consigna clara: no hace falta tener mil vacas para ser competitivos, pero sí hace falta ser eficientes, humanos y sostenibles.
El bienestar humano como base del cambio en tambos
El ingeniero agrónomo y especialista en tecnología educativa, Ezequiel Layana, fue uno de los encargados de abrir la jornada con una mirada que puso a las personas en el centro. Su exposición, titulada “El equipo de trabajo en los tambos como motor del cambio”, dejó un mensaje contundente: “Si no hay bienestar en las personas, no hay futuro en la lechería”.

Layana advirtió que muchos trabajadores del sector poseen escasa formación formal pero desempeñan roles clave. En este contexto, propuso una gestión moderna del talento, que promueva ambientes de trabajo positivos, oportunidades de crecimiento y culturas organizacionales sólidas. Según datos compartidos durante el panel, más del 55% de los trabajadores rurales dura menos de dos años en el mismo establecimiento, una rotación que impacta directamente en la eficiencia y continuidad del negocio.
“El encargado de los tambos es un actor central. De él depende construir equipos estables y con propósito”, sostuvo Layana, quien también resaltó la necesidad de atraer y retener a las nuevas generaciones con propuestas laborales más dignas, motivadoras y conectadas con valores humanos.
El confort animal, una deuda pendiente
Luego fue el turno del asesor Roberto Albergucci, quien trasladó el foco del bienestar humano al bienestar animal. Con un enfoque integral, advirtió que el confort de las vacas lecheras está bajo creciente presión debido a la búsqueda de mayores rendimientos productivos. “El estrés se acumula y afecta tanto el comportamiento como la productividad. La interacción con las personas debe ser repensada”, enfatizó.

Albergucci repasó cuatro pilares para evaluar el bienestar bovino en tambos: alimentación, sanidad, alojamiento y conducta. Explicó que deficiencias en cualquiera de estos aspectos generan estrés, miedo o dolor, que reducen el rendimiento y comprometen la salud de los animales. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el mal manejo del bienestar animal le cuesta al mundo más de 350.000 millones de dólares al año.
Para el asesor, las soluciones pasan por rediseñar rutinas, capacitar al personal y aplicar tecnologías que permitan monitorear el comportamiento y las señales de malestar. “El dolor y el miedo son problemas reales, pero también abordables desde la gestión y la empatía”, afirmó.
Finalmente, el asesor en nutrición y docente universitario Ariel Capitaine Funes abordó el concepto de “lechería de alto rendimiento”. A diferencia del modelo tradicional basado en el crecimiento de escala, su propuesta apunta a mejorar la eficiencia individual del sistema.
“No hace falta tener mil vacas para ser competitivos, pero sí hace falta ser muy buenos en lo que hacemos”, afirmó. Su estrategia incluye producir más litros por vaca, reducir la mortandad, mejorar la reproducción y optimizar el uso de recursos. “La rentabilidad no está ligada únicamente al tamaño, sino a la capacidad de traducir el potencial genético en resultados concretos y sostenibles”, explicó.

Un modelo basado en vínculos y decisiones éticas
Las Jornadas Lecheras Nacionales dejaron en claro que la transformación de la lechería argentina no pasa exclusivamente por los números, sino por las personas, los animales y las decisiones estratégicas. En un país donde la producción láctea enfrenta desafíos estructurales, este enfoque representa una hoja de ruta diferente: menos obsesión por la escala y más inteligencia en la gestión.
Los tambos del futuro, afirmaron los especialistas, no se construye solo con litros, sino con vínculos, datos y una ética productiva que contemple tanto el rendimiento como el bienestar. Porque en definitiva, los tambos sanos son aquellos donde las personas y los animales pueden desarrollarse con dignidad.
Con información de InfoCampo