Tambos: las claves según CREA para volver a las bases y mejorar la producción

Un relevamiento nacional sobre la calidad de leche en tambos CREA encendió luces de alerta, pero también mostró caminos concretos de mejora. El estudio, que analizó más de 1400 registros durante 2024, expone que aún hay mucho por hacer en materia de sanidad de la ubre y buenas prácticas lecheras, tanto en sistemas pastoriles como en los que usan corral.
La investigación, presentada por Santiago Bas, líder del proyecto Tambo en Foco de CREA, se basó en 1442 muestras de recuento de células somáticas (RCS) provenientes de 248 establecimientos distribuidos en diferentes regiones del país. El resultado fue un promedio general de 341.000 células/ml, un valor que refleja la necesidad de redoblar esfuerzos para asegurar la calidad del producto.
Pastoril vs corral: diferencias y similitudes
Al comparar los sistemas productivos, los tambos pastoriles mostraron un promedio más alto de RCS (348.600) frente a los de corral (317.600). Si bien los sistemas con galpón también fueron relevados, su baja representación estadística no permitió sacar conclusiones firmes. En ambos casos, se observó un patrón estacional con mayores valores durante el verano, especialmente en los sistemas con corral, afectados por el estrés térmico.
Una submuestra de 133 tambos con al menos seis análisis anuales arrojó resultados similares, con un promedio general de 339.000 RCS/ml. Allí, los tambos con menor recuento coincidieron en varios factores: uso más intensivo de concentrados, mayor carga animal y mayor producción individual. En su mayoría, se trató de establecimientos del centro del país, con inviernos secos que ayudan a reducir el riesgo de infecciones.

Salud mamaria: menos tecnología, más atención
En un escenario en el que se destacan las soluciones de última generación, el informe de CREA propone algo simple pero fundamental: volver a las bases. “Antes de invertir en tecnologías costosas, asegurémonos de que las prácticas básicas estén bien aplicadas”, sugirió Bas.
Uno de los pilares es el manejo ambiental: mantener los corrales y alrededores limpios es esencial. “No importa cuán buenos sean los productos de pre y post dipping: si la vaca está sucia, el riesgo de mastitis aumenta”, explicó. También subrayó la importancia del manejo del secado, etapa crítica donde las vacas están más expuestas a infecciones.

Ordeñe, diagnóstico y decisiones
Otra práctica fundamental es el uso de datos para la toma de decisiones. Medir el recuento de células somáticas al secado y al inicio de la lactancia permite identificar qué animales sanaron, cuáles están crónicos y dónde focalizar los tratamientos. Esto cobra mayor relevancia en tambos de menos de 200 vacas, donde unos pocos animales con problemas pueden afectar significativamente el promedio general.
La rutina de ordeñe debe estar bien establecida y cumplirse con precisión. “El tiempo entre el despunte y la colocación de la máquina, por ejemplo, incide directamente en la eficiencia del ordeñe y en el estado de la ubre”, detalló Bas. A su vez, la correcta calibración del equipo, el lavado adecuado y la temperatura del agua son factores críticos que muchas veces se descuidan por urgencias operativas.

También se destacó la importancia de aportar alimento tras el ordeñe para mantener a las vacas de pie mientras se cierra el canal del pezón, lo cual reduce el riesgo de infección. Este canal permanece abierto hasta 30 minutos luego del ordeñe, y si la vaca se echa sobre barro o bosta, el riesgo de mastitis sube considerablemente.
Diagnóstico bacteriológico y tecnología accesible
Una herramienta clave para mejorar la sanidad de la ubre es el cultivo de leche, que permite identificar los patógenos presentes y definir estrategias terapéuticas más eficaces. Hoy existen kits de bajo costo y aplicaciones móviles que brindan resultados en 24 horas, facilitando su adopción incluso en tambos medianos.
“El punto no es sólo tener datos, sino decidir qué hacer con ellos. Volver a las bases no implica retroceder: es construir con firmeza sobre lo esencial”, concluyó Bas. Así, el desafío para los tambos argentinos está planteado: poner el foco en lo básico, monitorear, corregir y profesionalizar cada etapa del proceso para garantizar calidad, productividad y bienestar animal.
Con información de Contenidos CREA