El INTA propone nuevas estrategias de siembra de soja en el NEA para enfrentar el clima extremo


La próxima campaña de soja en el noreste argentino estará marcada por un escenario climático complejo. Especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) advirtieron que sembrar el cultivo en fechas tardías, particularmente en febrero, puede reducir hasta un 38% el rendimiento debido al impacto de las altas temperaturas y al déficit hídrico proyectado para la región. Frente a esta situación, el organismo recomienda innovar en fechas de siembra, densidades y selección de variedades adaptadas.

Los estudios forman parte de los ensayos realizados por la Red de Soja NEA, que analizó distintas prácticas de manejo para reducir riesgos y mejorar la productividad en un contexto de creciente variabilidad climática. El factor más determinante, según los resultados, fue la fecha de siembra. Así, el mayor potencial de rinde se alcanzó con implantaciones entre el 10 y el 15 de diciembre, mientras que los lotes sembrados en febrero mostraron caídas significativas, con reducciones cercanas al 38%.

Sequía

El efecto del calor y la sequía

Uno de los datos más relevantes de la investigación señala que la soja puede perder hasta 24 kilos de soja por hectárea de rendimiento potencial por cada golpe de calor, es decir, tras dos días consecutivos con temperaturas superiores a los 35°C. Este fenómeno cobra especial importancia si se tiene en cuenta que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) anticipa para el NEA un trimestre con condiciones normales a ligeramente desfavorables, con un déficit hídrico moderado que podría impactar en los cultivos de verano.

La evidencia climática reciente refuerza la preocupación. En Las Breñas, Chaco, la estación meteorológica local registró en la campaña 2024/25 el febrero más caluroso de los últimos 87 años, acompañado por el verano con menores precipitaciones en igual período. Este escenario adverso obliga a productores y técnicos a repensar las prácticas tradicionales para garantizar la estabilidad de la soja.

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Innovar para reducir riesgos

La innovación pasa por diversificar fechas de siembra y combinar prácticas como reducir la distancia entre surcos, aumentar la densidad y elegir variedades adaptadas. Se trata de manejar la incertidumbre con estrategias inteligentes”, sostuvo Gerardo Quintana, especialista del INTA Las Breñas, durante una presentación reciente.

De acuerdo con los técnicos, adelantar la siembra hacia diciembre permite que el cultivo transite las etapas críticas de floración y llenado de granos con mejores condiciones de temperatura y humedad, reduciendo la exposición a olas de calor y a los picos de déficit hídrico propios de febrero.

Asimismo, ajustar la densidad de plantas y la distancia entre surcos permite un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles, disminuyendo la vulnerabilidad frente a eventos extremos.

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Congreso para articular ciencia y producción

En este contexto, los días 25 y 26 de septiembre se realizará en la Casa de las Culturas de Las Breñas el 1° Congreso de Cereales y Oleaginosas del Gran Chaco Argentino, con el objetivo de profundizar el debate sobre la producción agrícola en la región.

El encuentro, organizado con el respaldo del INTA y el acompañamiento de gobiernos provinciales y empresas del sector, buscará articular ciencia, producción y territorio en una de las zonas más dinámicas y desafiantes del país.

Hacia un modelo más resiliente

La situación que enfrenta la soja en el NEA es reflejo de los desafíos que atraviesa la agricultura argentina en su conjunto. La variabilidad climática obliga a repensar las estrategias productivas, con un mayor énfasis en la planificación y en la adopción de tecnologías de manejo adaptadas a cada ambiente.

Los ensayos del INTA muestran que, con decisiones de manejo oportunas —como la elección de la fecha de siembra, la densidad adecuada y el uso de variedades tolerantes—, es posible mitigar los riesgos y reducir la brecha de rendimiento. La clave, coinciden los especialistas, está en anticiparse y diversificar para no depender de un único esquema de producción.