La paradoja de la soja: auge exportador, pero fábricas paralizadas

Argentina atraviesa un escenario paradójico en el mercado de la soja. Mientras los embarques de poroto crudo hacia China alcanzan niveles históricos, la industria local de molienda enfrenta una fuerte caída, con capacidad ociosa que supera el 30%, según la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA-CEC).
El incremento en las exportaciones se debe a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que obligó al gigante asiático a diversificar sus proveedores y a volcarse hacia Sudamérica. En la campaña 2024/25, las exportaciones argentinas de soja suman 8,81 millones de toneladas, casi el doble de las 4,7 millones de la temporada pasada.
Aunque el volumen de exportaciones es récord, la industria de transformación local se encuentra en alerta, con consecuencias directas sobre el empleo y el valor agregado de los productos derivados de la soja. Esto plantea un desafío importante: aprovechar la demanda internacional sin que se vean afectados los ingresos de la industria nacional y los puestos de trabajo asociados.

Auge exportador versus molienda local
“Este aumento de las exportaciones está impulsado por la demanda de China derivada de su conflicto comercial con Estados Unidos”, explicó Gustavo Idigoras, presidente de CIARA-CEC.
Sin embargo, este crecimiento no beneficia a la industria local, que procesa la soja para producir harina y aceite, los productos con mayor valor agregado. Las plantas muestran un Uso de la Capacidad Instalada muy bajo, que en julio llegó al 31% y continúa en aumento. Este nivel refleja la sobredependencia de la exportación de poroto crudo frente a la transformación interna.
Si no se hubieran importado 542 mil toneladas de soja, el uso de la capacidad habría alcanzado un 59%, un indicador de que la actividad industrial se encuentra muy por debajo de su potencial. Esta situación genera incertidumbre en el sector y presión sobre los empresarios para encontrar soluciones que mantengan la competitividad de la molienda.

Consecuencias en empleo y economía
“Estamos preocupados. Esto implica menos empleos argentinos y menor valor de las exportaciones”, advirtió Idigoras. La sobreoferta de soja estadounidense permite que su harina compita con la argentina en destinos estratégicos como el sudeste asiático, afectando directamente la competitividad del país.
Mientras que la demanda internacional de poroto crece, los subproductos de mayor valor agregado pierden mercado, lo que impacta en la rentabilidad de las empresas y en la capacidad de generar trabajo local.
El auge exportador representa un escenario agridulce: mientras China asegura materia prima para su propio procesamiento, Argentina pierde oportunidades de industrialización y de agregar valor a la producción local. El reto es lograr que el crecimiento de las exportaciones de soja también se traduzca en un aumento de la molienda y de la generación de empleo en el sector.

Riesgos y perspectivas del mercado
El futuro dependerá de lo que ocurra en noviembre, cuando venza la exención comercial vigente entre Washington y Pekín. Los expertos advierten que, si la disputa entre ambos países se intensifica, podrían producirse cambios abruptos en la demanda que afecten tanto los embarques de poroto como la industria local.
La guerra comercial ha generado perjuicios para la industria local, a pesar del récord de exportaciones de soja. Según Idigoras, “este contexto obliga a repensar la estrategia industrial: vender más poroto crudo no siempre significa ganar más, especialmente si se pierde capacidad de procesamiento”.
Adaptación de la industria
Mientras tanto, las plantas intentan adaptarse a un contexto de alta demanda externa y baja actividad interna, buscando estrategias para recuperar eficiencia y competitividad. Esto incluye optimizar la logística, mejorar los procesos de molienda y explorar mercados alternativos para los subproductos.
Este escenario evidencia la vulnerabilidad de la molienda frente a factores externos, mostrando que, aunque los volúmenes de exportación crezcan, los beneficios económicos podrían ser limitados si no se recupera la capacidad de transformación interna. La industria local y los productores deberán trabajar de manera coordinada para que el auge exportador no se transforme en un problema estructural.