La sequía avanza y compromete la campaña: suelos más secos y calor extremo complican la siembra


La última semana dejó señales claras de deterioro acelerado en las condiciones agrícolas, con precipitaciones escasas y un incremento sostenido de las temperaturas. Según el informe del 25 de noviembre de la Dirección Nacional de Riesgo y Emergencias Agropecuarias, en gran parte del país las lluvias fueron prácticamente nulas, lo que profundizó la preocupación del sector productivo por la sequía. Solo el noreste de Buenos Aires y el sur de Entre Ríos recibieron acumulados modestos, apenas por encima de los 20 milímetros, insuficientes para revertir el déficit.

El impacto del calor fue aún más determinante para el impacto de la sequía. Estaciones del NOA registraron marcas excepcionales, con un pico de 42,2°C en La Rioja, consolidando una ola de calor que viene intensificándose desde principios de noviembre. Este patrón térmico también afectó regiones de Mendoza, Neuquén, el oeste de Río Negro y el noroeste de Chubut, donde la temperatura media se mantuvo por encima de los valores habituales para la época.

Suelos en rápido desecamiento y reservas hídricas en caída

La combinación de calor extremo y ausencia de lluvias provocó un rápido desecamiento del perfil del suelo, afectando de forma directa al maíz de siembra temprana. Áreas que la semana pasada se encontraban con niveles hídricos adecuados pasaron a categorías apenas óptimas, mientras que sectores del oeste de Córdoba mostraron una transición brusca hacia condiciones escasas o deficitarias. El retroceso ocurrió en pocos días y encendió alertas entre los productores.

En contraste, algunos sectores del este cordobés mantienen por ahora una humedad regular a adecuada, aunque los técnicos advierten que la persistencia del calor podría deteriorar también esa franja. A escala nacional, el panorama muestra un ajuste creciente en la disponibilidad de agua en los suelos, un factor crítico justo cuando los cultivos atraviesan etapas sensibles de implantación y crecimiento temprano.

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Un avance de siembra condicionado por extremos climáticos

El ritmo de implantación se mantiene relativamente alineado con la campaña previa, salvo en Buenos Aires. Allí, el avance apenas llegó al 55% frente al 62% del año pasado, una diferencia que responde a los excesos de humedad acumulados semanas atrás. En varios lotes persisten sectores anegados o con saturación superficial, lo que impide ingresar con maquinaria y retrasa la intención de siembra.

Este escenario genera un contraste llamativo: mientras amplias regiones del país padecen la sequía, otras aún arrastran los efectos de las lluvias intensas de octubre y principios de noviembre. El resultado es una campaña heterogénea y fragmentada, donde cada avance depende de ventanas de clima breve y cada decisión productiva debe adaptarse a un contexto volátil.

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Foto: TodoAgro

Pronósticos que no aportan alivio inmediato

Las proyecciones meteorológicas para los próximos días señalan que la temperatura media se mantendrá por encima de los valores normales, especialmente en el norte argentino y en la Patagonia. Aunque podrían registrarse lluvias más frecuentes, los principales acumulados —superiores a 30 milímetros— se concentrarían en el norte de la región pampeana y el NEA, dejando sin alivio a zonas afectadas por la sequía.

En paralelo, el Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima y la Sociedad (IRI) ratificó la continuidad del fenómeno La Niña durante el trimestre noviembre-enero, con una probabilidad del 69%. Aunque se espera que el episodio sea leve y de corta duración, su influencia mantiene un sesgo de sequía que afecta a buena parte del territorio agrícola argentino. Recién hacia el otoño podría encaminarse la transición hacia una fase neutral, más favorable para la recarga de humedad.

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Cierre de año marcado por la incertidumbre

La campaña avanza, pero lo hace bajo la presión de altas temperaturas, reservas hídricas en descenso y la necesidad urgente de nuevas precipitaciones que permitan sostener el crecimiento de los cultivos tempranos y evitar una sequía severa. El sector productivo mira con cautela el cierre del año, consciente de que la ventana crítica para el maíz temprano se achica y que cualquier recuperación dependerá de lluvias oportunas.

Mientras tanto, el balance climático evidencia un escenario desafiante que obligará a los productores a extremar estrategias de manejo y a ajustar decisiones según la evolución de las próximas semanas, en una campaña atravesada por la huella persistente de la sequía.