River empató con Vélez, quedó 6° y fuera de la zona de Libertadores


River necesitaba ganar y volvió a quedarse corto. El 0-0 ante Vélez no solo lo dejó sexto en el Clausura, sino que confirmó lo que los números y el rendimiento venían marcando: este equipo no encuentra su identidad y atraviesa uno de los momentos más difusos del ciclo Gallardo. El Millonario entró a la cancha con la obligación de dar un golpe de carácter, pero fue nuevamente un conjunto sin intensidad, sin rebeldía y sin claridad para imponerse en un partido que era, en los hechos, una final por la Libertadores.

Un arranque prometedor que se diluyó enseguida

Los primeros cinco minutos insinuaron un River diferente, más parecido al que venció a Estudiantes o al que compitió bien frente a Palmeiras. Sin embargo, el impulso inicial se apagó de inmediato.

A partir de entonces, el equipo volvió a su patrón reciente: previsibilidad, falta de oficio y errores repetidos. Con un mediocampo que no logra sostener la pelota ni acompañar a los delanteros, River quedó expuesto ante un Vélez más decidido y mejor preparado para competir.

Franco Armani —una vez más— resultó decisivo para sostener el cero. Sacó un tiro envenenado de Maher Carrizo y respondió en dos mano a mano, mientras River sufría en cada pelota parada y en cada avance rival.

River, Vélez, Enzo Pérez

Vélez, un espejo incómodo del presente de River

El equipo de Guillermo Barros Schelotto presentó un contraste duro para River: orden, intensidad, convicción y solidaridad colectiva. Desde el retroceso de Bouzat jugando de lateral hasta la agresividad de sus mediocampistas, Vélez mostró una idea clara.

Con Lanzini, Galván y Maher alternando movilidad y velocidad, el Fortín encontró siempre los espacios a espaldas de un River desconectado, que perdía duelos, rechazaba mal y quedaba lejos de segundas jugadas.

El local mereció más. Tuvo situaciones desde afuera, centros que cruzaron toda el área y un cabezazo increíble que Cavanagh desperdició bajo el arco. Falló la definición, no el funcionamiento, lo que expuso aún más la fragilidad del Millonario.

Un River sin gol, sin ideas y sin variantes

El Millonario lleva 382 minutos sin marcar y necesitó 101 remates para convertir solo dos goles en los últimos siete partidos. La estadística es brutal y resume perfectamente el momento del equipo: domina poco, crea menos y define mal. Un crítico estado de situación de cara a la definición del campeonato. El cambio para los de Núñez deberá ser muy grande.

Driussi volvió a tener una noche para el olvido: falló dos chances claras, una por arriba intentando un toque sutil y otra en un remate cruzado. Maxi Salas probó desde el arranque, pero no inquietó; Casco casi marca de cabeza y el juvenil Acosta obligó a Marchiori con un remate desde afuera, mostrando más decisión que varios experimentados.

La aparición de los juveniles —Acosta, Freitas, Subiabre y Obregón— fue una señal evidente: Gallardo terminó dependiendo de chicos para sostener un equipo sin respuestas, algo que el propio DT evitó durante años.

River, Vélez

Una crisis que ya no se esconde

River cierra el Clausura sexto en su zona y cuarto en la tabla anual, una posición impensada meses atrás. La clasificación a la Libertadores por tabla quedó prácticamente enterrada: solo un título podría dar el acceso directo.

El ciclo atraviesa un punto crítico. Gallardo espera “ese partido” que cambie el ánimo y el rumbo, pero el equipo parece necesitar algo más profundo: un reinicio total.

Con los playoffs por delante, el Millonario aún tiene una oportunidad de revertir el derrumbe. Pero para lograrlo deberá hacer algo que no consigue hace semanas: competir con intensidad, sostener una idea y recuperar el fuego sagrado que hoy parece extraviado.