Riego inteligente en zonas áridas: tecnología de precisión para cuidar cada gota de agua

En la cuenca media del río Colorado, investigadores del INTA y otras instituciones trabajan en la implementación de tecnologías de precisión que permiten el riego inteligente para de esta manera usar el agua de forma más eficiente. En un contexto de alta variabilidad climática y escasez hídrica, la gestión basada en datos se vuelve clave para la sostenibilidad productiva.
Frente al desafío creciente de producir alimentos en regiones áridas con recursos hídricos limitados, el uso eficiente del agua se convierte en una herramienta estratégica. En este escenario, el INTA 25 de Mayo (La Pampa) impulsa el desarrollo de tecnologías y prácticas de manejo que permiten monitorear y ajustar el riego en función de la demanda real de los cultivos.
“Contar con datos precisos sobre la disponibilidad de agua y la demanda de los cultivos permite a los productores tomar decisiones con mayor seguridad. Gestionar el riego con información confiable reduce costos, mejora la sostenibilidad y facilita la adaptación al cambio climático”, afirmó Dardo Roy Fontanella, investigador del INTA, con respecto a la implementación del riego inteligente en zonas áridas.
Medición y control: precisión en cada etapa
Para lograr ese riego inteligente, los técnicos emplean un abanico de herramientas tecnológicas: caudalímetros en los sistemas de riego, limnígrafos en canales de distribución, y pluviómetros automáticos que registran lluvias con alta frecuencia. También se instalan estaciones meteorológicas automáticas, cuyos datos permiten calcular con precisión la evapotranspiración de los cultivos y establecer un balance hídrico que ajusta el riego a las necesidades reales del suelo y la planta.

“Estas tecnologías reemplazan el manejo por intuición o calendario, que era común en la zona. Ahora podemos saber exactamente cuánto regar, cuándo y en qué sectores del lote hacerlo”, explicó Fontanella sobre las nuevas herramientas de riego inteligente, de acuerdo a Revista Chacra.
La estrategia se completa con sensores en el campo, como sondas de humedad que miden el contenido de agua en diferentes profundidades del suelo, lo que permite un control más detallado de la disponibilidad hídrica.
Energía y eficiencia en riego presurizado
En paralelo, el equipo trabaja en mejorar la eficiencia energética de los sistemas de riego presurizado, particularmente en los pivotes centrales, cada vez más comunes en explotaciones agrícolas. Reducir la presión de operación, calibrar correctamente el sistema y elegir los emisores adecuados disminuye el consumo de energía, las pérdidas por evaporación y mejora la uniformidad de aplicación.
“Un riego inteligente y más eficiente no solo cuida el agua, también reduce costos eléctricos y prolonga la vida útil de los equipos”, remarcó Fontanella.

Imágenes satelitales y sensores remotos
A estas tecnologías se suman herramientas de teledetección, como las imágenes satelitales que permiten monitorear el estado de los cultivos mediante índices espectrales. Los más utilizados son el NDVI (índice de vegetación), que muestra el vigor de las plantas, y el NDWI (índice de humedad), que indica el contenido de agua en el cultivo.
“Estos datos pueden visualizarse en plataformas digitales y permiten tomar decisiones agronómicas casi en tiempo real”, destacó Carolina Aumassanne, también investigadora del INTA.
Estas herramientas permiten detectar zonas del lote con exceso o déficit hídrico, anticipar estrés de los cultivos y planificar los riegos de forma sectorizada, maximizando la eficiencia.

Ciencia, tecnología y territorio
El enfoque de trabajo no se limita a lo técnico. “Integramos conocimiento científico adaptado al contexto regional con tecnologías de punta”, explicó Aumassanne. Además del trabajo con productores, el INTA articula con instituciones como el Instituto Nacional del Agua (INA), la CONAE, y las universidades nacionales del Comahue y de La Pampa, generando proyectos conjuntos de investigación y extensión.
Este trabajo interdisciplinario busca fortalecer el vínculo entre la ciencia, la técnica y el territorio, y generar capacidades locales que promuevan una agricultura más resiliente, eficiente y adaptada al cambio climático. Por supuesto, un riego inteligente es parte de ese camino.
En definitiva, la tecnología de precisión para el riego inteligente se convierte en una aliada clave en regiones áridas como la cuenca del río Colorado, donde cada gota de agua cuenta. La experiencia del INTA y sus socios demuestra que, con información, innovación y articulación, es posible producir más con menos, cuidando los recursos y garantizando la sostenibilidad del sistema.