Riego en el sudoeste bonaerense: la tecnología que transformó la producción agropecuaria

El sudoeste de la provincia de Buenos Aires vive una verdadera revolución productiva: la incorporación del riego como tecnología clave permitió estabilizar los rendimientos, diversificar cultivos y potenciar el desarrollo económico de la región. Lo que hace dos décadas parecía inviable, hoy se consolida como una estrategia central para la sostenibilidad de las empresas agropecuarias.
Agua subterránea como pilar del desarrollo
Durante una jornada virtual organizada por CREA Sudoeste, Matías Saint Andre, asesor del CREA Coronel Suárez, explicó que la base de este proceso se encuentra en la disponibilidad y calidad del agua del acuífero pampeano. Se trata de un acuífero semi confinado ubicado dentro de la cuenca interserrana de Claromecó, entre los sistemas serranos de Ventania y Tandilia. Su profundidad varía de 60 a 240 metros, con un flujo de sur a norte que alimenta lagunas y cursos de agua.
La calidad es apta para riego, aunque con cuidados. Estudios del INTA y del Grupo Riego muestran que el 100% de los pozos relevados presentan un riesgo moderado de sodificación y el 85% un riesgo moderado de salinidad. Esto implica que, si bien el recurso es utilizable, requiere manejo técnico y monitoreo constante para evitar problemas en los suelos.

De 9.500 a 85.000 hectáreas irrigadas
El crecimiento del riego en la región ha sido exponencial. De apenas 9.500 hectáreas bajo pivote en 2006/07, se pasó a casi 85.000 hectáreas en 2024/25. La mayor concentración sigue en Coronel Suárez, con más del 50% del área irrigada, pero en los últimos años la expansión alcanzó a partidos como Saavedra, Púan, Tornquist y Adolfo Alsina, donde antes no se pensaba posible implementar este sistema.
En las empresas CREA de la región, más de 26.000 hectáreas ya están bajo riego, lo que representa un 18,7% de su superficie agrícola.

Impacto directo en los rendimientos
Los resultados productivos muestran el peso de esta tecnología. En trigo, los promedios bajo riego superan los 6.900 kg/ha, frente a 3.700 kg/ha en secano. En maíz, los incrementos rondan el 60%, mientras que en soja y girasol también se registran mejoras importantes.
Más allá de los números, el riego otorga estabilidad interanual, un factor decisivo en campañas adversas como la 2019/20. Además, abre la puerta a cultivos de mayor valor agregado, como semillas híbridas, hortalizas y producciones intensivas, lo que impulsa la diversificación y el desarrollo de modelos agroindustriales más sofisticados.

Rentabilidad y transformación empresarial
El impacto económico es contundente. Un análisis de proyectos CREA muestra que un sistema con una bomba cardánica central para 140 hectáreas, con una inversión inicial de unos 252.000 dólares, puede alcanzar una TIR cercana al 15% y recuperar la inversión en seis años.
Según Saint Andre, el riego convierte a las empresas agropecuarias en actores más integrados, que no solo producen granos sino también servicios vinculados a la agroindustria. Se estima que las 85.000 hectáreas irrigadas generan unas 300.000 toneladas adicionales de granos por año, potenciando cadenas de valor vinculadas a comercialización, acondicionamiento y procesamiento.
Innovación y sostenibilidad
El desarrollo del riego trajo consigo una demanda creciente de infraestructura —pozos, pivotes, energía, caminos— y de tecnologías de precisión como sensores de humedad, sistemas de automatización y modelos de programación.
Instituciones como INTA, CREA y empresas privadas trabajan en conjunto para optimizar la eficiencia en el uso del agua y asegurar la sostenibilidad de los sistemas. Esta articulación público-privada es vista como una de las grandes fortalezas del sudoeste bonaerense.

Desafíos a futuro
El riego ya es un motor de crecimiento para la región, pero su continuidad dependerá de la gestión responsable. “El potencial es enorme, pero necesitamos invertir en conocimiento, monitoreo y políticas públicas que acompañen”, advirtió Saint Andre.
El desafío hacia adelante es consolidar un modelo eficiente, rentable y sustentable, capaz de aprovechar los recursos hídricos sin comprometerlos, y de sostener a largo plazo la competitividad de una región que encontró en el riego una herramienta de transformación productiva y económica.
Con información de Contenido CREA