Retenciones: tensión en el campo por el posible fin de la baja

En un nuevo capítulo de la puja por las retenciones, el campo argentino, y en particular la Región Centro, atraviesa días de creciente tensión ante la inminencia del 30 de junio, fecha en la que finaliza el esquema transitorio de reducción de retenciones a las exportaciones agrícolas. La posibilidad de que estas medidas no sean prorrogadas encendió las alarmas en las entidades rurales, que advierten sobre el impacto negativo que tendría una eventual suba de tributos sobre una economía regional que aún lidia con altos costos, baja rentabilidad y un escenario climático incierto.
Las retenciones nuevamente en el centro de la escena del agro
Desde Entre Ríos, Juan Diego Etchevehere, director de la Sociedad Rural Argentina en ese distrito, fue contundente: “Estamos muy preocupados. Si no se prorroga la reducción, habrá una transferencia de casi 1.000 millones de dólares desde los productores al Estado”. El cálculo, elaborado por la entidad, estima un impacto de 971 millones de dólares en la región, equivalente —según compararon— a 1,8 millones de terneros o a más de 10.000 tractores nuevos. “Es una medida que afectaría la sustentabilidad del agro en Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos”, agregó Etchevehere.
La situación de las retenciones genera particular inquietud porque, de concretarse la suba, la soja pasaría de tributar un 26% a 36%, el maíz y el sorgo del 9,5% al 12%, y el girasol del 5,5% al 7%. En enero, el Gobierno había dispuesto una baja temporal para aliviar la presión fiscal sobre el agro en un contexto de precios internacionales deprimidos y costos internos en dólares elevados. Desde entonces, según Etchevehere, “nada cambió”, y el reclamo es que esa política se mantenga, al menos, mientras persista el escenario actual.

La preocupación no es solo técnica o económica. Según explicó el dirigente rural, “el 58% de las exportaciones nacionales proviene de la Región Centro, y solo en cultivos agrícolas se aportan más de 3.800 millones de dólares”. Frente a ese aporte, desde las entidades agropecuarias insisten en que el sector merece reglas claras y previsibles para poder planificar y producir.
En el mismo sentido se expresó Manuel Ron, presidente de Maizall —la alianza internacional del maíz entre Argentina, Brasil y Estados Unidos—, quien llamó a eliminar de manera definitiva las retenciones al cereal. “Cuando saquen las retenciones, va a haber una explosión productiva”, anticipó. Según Ron, liberar el potencial del maíz permitirá que el país se acerque al modelo de Brasil o EE.UU., donde la mayor parte de la producción se transforma en carne, leche o biocombustibles. “Eso es trabajo, es valor agregado. Pero para transformar, primero hay que producir mucho más”, sostuvo.
Ron también destacó la relevancia del uso de biotecnología: “Casi todo el maíz argentino es transgénico, lo que ha reducido el uso de insumos y simplificado el manejo”. Y subrayó el rol de Maizall para evitar barreras comerciales —en especial, ideológicas— que cierran mercados a productos con eventos genéticos.

En Santa Fe, la Sociedad Rural de San Justo fue categórica en su postura: “Rechazamos cualquier intento de aumentar las retenciones. Esta medida es inoportuna y perjudicial para miles de productores que ya están en una situación límite”. La entidad remarcó que la presión fiscal, los altos costos, la caída de los precios internacionales y la falta de crédito componen una tormenta perfecta para el agro.
Pero el impacto no se limita a las chacras. La contracción de la inversión y de la actividad agropecuaria repercute directamente en los pueblos del interior. “Lo que pierde el campo lo sienten los pueblos”, advierten desde la entidad santafesina, haciendo hincapié en que la caída de la rentabilidad compromete empleo, consumo y desarrollo local.

Mientras se planifica la campaña 2025/2026, las decisiones del Gobierno en las próximas semanas serán determinantes. Las entidades piden evitar nuevas cargas y avanzar, en cambio, hacia la eliminación total de los derechos de exportación. Un paso que, aseguran, abriría el camino a una recuperación sostenida basada en la inversión, la productividad y el crecimiento genuino del interior argentino.