Renacimiento del girasol argentino: más producción, más divisas y mayor protagonismo global

En un contexto donde el agro argentino busca diversificar su matriz productiva y recuperar rentabilidad, el girasol vuelve a ocupar un lugar central. La campaña 2024/25 proyecta una producción de 5 millones de toneladas, cifra que marca un fuerte repunte para este cultivo oleaginoso que alguna vez fue insignia del campo argentino. Con condiciones climáticas más benignas, rendimientos crecientes y una mejora en los precios, el girasol se posiciona nuevamente como un protagonista clave, tanto en el mercado interno como en el comercio internacional.
Según un informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), en los primeros cinco meses de 2025 el complejo girasolero generó USD 637 millones en exportaciones, lo que representa un crecimiento del 39% interanual. Este salto económico responde a un contexto de demanda sostenida y al renovado interés por parte de los productores, especialmente en regiones del centro y norte del país.
Córdoba toma la delantera con el girasol
Una de las provincias donde más se siente esta recuperación es Córdoba. De acuerdo con datos del Departamento de Información Agronómica (DIA) de la BCCBA, la superficie sembrada creció un 17%, alcanzando las 115.000 hectáreas, la cifra más alta de los últimos años. Esto se tradujo en una producción total de 290.000 toneladas, un 33% más que la campaña pasada, con un rendimiento promedio de 26 quintales por hectárea, un 15% superior.

Este desempeño no solo refleja un giro estratégico en las decisiones agronómicas, sino también una respuesta frente a los problemas fitosanitarios que afectaron otros cultivos, como el maíz, por el avance de plagas como la chicharrita.
Un cultivo con historia y potencial
El girasol tuvo su momento de gloria en Argentina en la campaña 1998/99, cuando se alcanzaron 7,1 millones de toneladas. Pero con la expansión de la soja y la caída del precio internacional del aceite, el cultivo perdió relevancia. Sin embargo, en los últimos años ha retomado impulso: hoy se siembran unas 2,2 millones de hectáreas, con un rendimiento promedio nacional que en la campaña actual llega a 22,8 qq/ha.
Del volumen total producido, el 88% se destina a la molienda, principalmente para la producción de aceite (46%) y pellets (44%). En el mercado interno, el aceite de girasol representa el 80% del consumo de aceites vegetales, con un consumo per cápita de 10,6 litros anuales, lo que refleja su fuerte presencia en la dieta argentina.

Exportaciones en ascenso
Durante 2024, el complejo girasolero generó exportaciones por USD 1.250 millones, una cifra similar a la del año anterior, aunque con un cambio en la composición de los productos exportados. El aceite concentró el 77% del total (USD 960 millones), seguido por los pellets (19%) y la semilla (4%). Los principales compradores del aceite argentino fueron India (34%), Irak (17%), México (10%), Malasia y Brasil (4%), además de Chile y Australia (3%) cada uno.
En lo que va de 2025, la semilla de girasol lideró el crecimiento exportador con una suba del 220% interanual, alcanzando 86 mil toneladas y generando USD 49 millones. El aceite también creció un 11%, aportando USD 488 millones, mientras que los pellets aumentaron un 19%, con ingresos por USD 100 millones.
Tras el pico de precios generado por el conflicto entre Rusia y Ucrania en 2022, el mercado del aceite de girasol se estabilizó. El precio FOB, que llegó a superar los USD 650 por tonelada, se ajustó hasta los USD 430, todavía un 19% por encima del promedio histórico. A nivel local, la tonelada de semilla ronda los USD 341, lo que representa un 24% más que el promedio histórico, consolidando una mejora en los márgenes para los productores.

Un cultivo estratégico para el agro argentino
La campaña 2024/25 no solo marca el renacimiento del girasol, sino también su consolidación como pieza clave en la estrategia agroexportadora argentina. Aporta divisas, mejora la rotación de cultivos, se adapta a distintas zonas agroecológicas y responde a una demanda mundial sostenida por aceites vegetales.
En un escenario global atravesado por la volatilidad climática y geopolítica, el girasol argentino se presenta como un actor renovado y resiliente. Todo indica que su protagonismo seguirá creciendo en los próximos años, con impactos positivos en la diversificación productiva, el ingreso de divisas y la sustentabilidad agronómica del país.