Las razones detrás del despido de Fernando Gago de Boca Juniors

La salida de Fernando Gago como director técnico de Boca Juniors se transformó en el desenlace de una historia previsible. Aunque su ciclo venía tambaleando desde la eliminación en la Copa Libertadores a manos de Alianza Lima, fue la reciente derrota en el Superclásico ante River Plate la que terminó por inclinar la balanza. En una decisión madurada con el correr de las semanas, Juan Román Riquelme, presidente del club, optó por cortar el vínculo con el sexto entrenador que pasó por el banco de suplentes bajo su gestión en el Consejo de Fútbol.
El exmediocampista, que había llegado al club tras rescindir su contrato con Chivas de Guadalajara, no logró consolidar una idea de juego sólida ni generar un consenso en la dirigencia ni en el plantel. Según pudo reconstruir Infobae, hay cuatro motivos clave que explican la determinación de Riquelme.
El Superclásico y la postura táctica
La caída ante River fue el detonante inmediato. Sin embargo, más allá del resultado, lo que molestó profundamente al presidente xeneize fue la forma en la que Gago planteó su primer Superclásico desde el banco de Boca. El armado de una línea de cinco defensores, dejando de lado el esquema 4-3-1-2 que venía mostrando buenos rendimientos, fue interpretado como una señal de temor. Para Riquelme, el equipo renunció al protagonismo, cedió la iniciativa a su eterno rival y desperdició la oportunidad de aprovechar las debilidades defensivas de un River que no atraviesa su mejor momento.
El hecho de no haber utilizado alternativas ofensivas como Alan Velasco, por quien Boca había invertido 10 millones de dólares, también generó malestar. Velasco ni siquiera ingresó durante el encuentro en el Monumental, lo que reforzó la percepción de una estrategia conservadora y mal planificada.

La eliminación en la Libertadores
El punto de inflexión en el ciclo de Gago fue, sin dudas, la eliminación en los octavos de final de la Copa Libertadores. Boca venía de perder la final de 2023 ante Fluminense y las expectativas estaban puestas en este certamen. La serie contra Alianza Lima terminó en definición por penales tras un global que Riquelme consideró desfavorable en cuanto al rendimiento. El dirigente entendía que el club había hecho una fuerte inversión para reforzar el plantel, y que el entrenador no supo encontrarle la vuelta a un rival con mucho menos jerarquía.
La decisión de cambiar al arquero titular antes de la tanda de penales, poniendo a Leandro Brey en lugar de Agustín Marchesín, fue un movimiento que generó críticas internas y visibles gestos de incomodidad, como el de Marcos Rojo, quien reaccionó con evidente disgusto en el campo. Ese episodio, sumado al mal desempeño colectivo, dejó muy tocada la imagen del entrenador.

Falta de identidad de juego
Uno de los principales reproches que Riquelme y el Consejo de Fútbol le hacían a Gago era la ausencia de una identidad futbolística clara. Pese a algunas rachas positivas, el equipo no mostraba una evolución concreta ni lograba imponerse con autoridad ante rivales de menor envergadura. Encuentros como los de Newell’s en Rosario o el mismo Superclásico fueron interpretados como retrocesos por haber modificado esquemas que venían funcionando.
En ese contexto, incluso victorias como la obtenida ante Belgrano en Córdoba (3-1) no convencieron a los dirigentes, quienes consideraban que Boca ganaba más por peso individual que por un trabajo colectivo consolidado. “Si en Argentina todos juegan mal, ¿para qué cambiás cuando algo te funciona?”, fue una frase que circuló en los pasillos del club.
El deterioro del clima interno de Fernando Gago
Puertas adentro, el ambiente también comenzó a deteriorarse. Aunque Gago intentó fortalecer vínculos con el plantel durante la pretemporada, con asados y reuniones en el predio de Ezeiza, algunas decisiones durante la competencia provocaron malestar entre los jugadores. La suplencia reiterada de figuras como Miguel Merentiel, quien incluso no celebró un gol ante Estudiantes, y las convocatorias sorpresivas, generaron tensiones.

Uno de los episodios más sensibles fue la decisión de desafectar a Carlos Palacios tras un accidente en Chile, que le impidió llegar a tiempo a un entrenamiento. Ese hecho, sumado a los gestos de disconformidad de varios referentes, llegó rápidamente a oídos de Riquelme.
Con la Copa Libertadores 2025 fuera del panorama y el Mundial de Clubes como único gran objetivo en el horizonte, el ciclo de Gago llegó a su fin en medio de cuestionamientos tácticos, frustraciones deportivas y un vestuario desgastado. Riquelme decidió cortar por lo sano y dar paso a una nueva etapa en busca de recuperar el protagonismo perdido.