Nutrición bovina: el maíz húmedo aplastado, clave para mejorar la calidad carnicera

La nutrición bovina es un factor crítico para la eficiencia y rentabilidad en los sistemas de engorde, y los últimos estudios del INTA Anguil confirman que el procesamiento del maíz influye directamente en los resultados productivos y la calidad de la carne. Durante una jornada de actualización técnica organizada por CREA en Córdoba Norte, el investigador Aníbal Pordomingo presentó datos que muestran cómo el uso de granos húmedos y aplastados puede incrementar la ganancia de peso, mejorar la eficiencia de conversión y optimizar atributos carniceros.
Según el especialista, entre el 10 y el 30% de la eficiencia de conversión en bovinos depende de la dieta. Por ello, ajustar la nutrición bovina a las fases del engorde y a los objetivos del sistema es clave para maximizar resultados y reducir pérdidas económicas.
Los ensayos presentados por Pordomingo demostraron que el maíz húmedo aplastado no solo aumenta la ganancia diaria de peso, sino que también contribuye a animales con mayor área de ojo de bife y menor grasa dorsal, indicadores fundamentales para la industria cárnica.

Procesamiento de granos y eficiencia de engorde
En uno de los estudios comparativos sobre la nutrición bovina se analizaron distintas formas de maíz: entero seco, aplastado seco, húmedo entero y húmedo aplastado. Tras 180 días de engorde, los animales que recibieron maíz húmedo aplastado ganaron en promedio 1,31 kg/día, mientras que los alimentados con grano entero seco promediaron 1,12 kg/día.
Además, el consumo de materia seca fue menor en los lotes con grano procesado (8,7 kg/día) frente a los secos (9,7 kg/día), lo que tradujo en mejor índice de conversión: 6,6 kilos por kilo ganado versus 8,7 kilos en el caso del maíz entero.
El tipo de grano en la nutrición bovina también impactó en la composición de la res. El área de ojo de bife alcanzó 71,1 cm² con maíz húmedo aplastado, comparado con 63,8 cm² en maíz entero, mientras que el espesor de grasa dorsal fue menor en las dietas procesadas (12,5 mm frente a 16,7 mm).
Además, el contenido de almidón en las heces mostró la eficiencia del grano: 7,8% en el húmedo aplastado frente a 19% en el maíz entero, evidenciando pérdidas de nutrientes cuando el grano no se procesa.

Recría y estrategias de engorde
Pordomingo enfatizó que la eficiencia final del engorde en la nutrición bovina depende de la cría y la recría. Animales que sufrieron restricciones en los primeros meses no logran compensar totalmente las pérdidas, incluso con terminación a corral. Por ejemplo, novillos Angus restringidos durante la recría alcanzaron 238 kilos a faena frente a 271 kilos en los no restringidos, con menores áreas de ojo de bife y rendimiento al gancho.
El investigador explicó que los sistemas de nutrición bovina deben considerar la duración del engorde. Para animales que permanecen más de 120 días en corral, conviene utilizar dietas procesadas y húmedas para mantener la conversión y evitar engrasamiento excesivo.
Impacto sobre la calidad de la carne y valor comercial
El tipo de grano y la duración del engorde influyen directamente en los atributos carniceros y la rentabilidad industrial. Los ensayos mostraron que un mayor área de ojo de bife, acompañado de grasa intramuscular controlada, incrementa hasta un 23% el valor en cortes minoristas, mientras que el exceso de grasa dorsal penaliza el aprovechamiento.

Pordomingo destacó que los mercados de destino condicionan la estrategia: para novillos destinados al consumo interno se prioriza peso moderado y cobertura mínima de grasa; en cambio, para novillos Hilton o 481 se requieren biotipos que permitan mayores pesos y desarrollo muscular, combinando recría adecuada y manejo del engorde.
Los datos del INTA Anguil subrayan que la eficiencia y calidad de la carne no se logran únicamente en el corral, sino que se definen desde la gestación y el destete y se consolidan en la recría. Ajustar el procesamiento de los granos, la composición de la dieta y la duración del engorde permite potenciar estas ventajas, pero no corrige deficiencias previas.
Según CREA, alcanzar novillos pesados, jóvenes y con atributos carniceros competitivos exige mirar el sistema completo, desde la vaca hasta la faena, integrando nutrición bovina, genética y manejo productivo.