Neumonía bovina: cómo proteger al ganado para aumentar la productividad


La neumonía bovina se consolida como la principal causa de mortalidad en el ganado de carne y una de las más significativas en terneras de tambo, dejando secuelas que afectan el desarrollo y la productividad de los animales. Durante el pasado Congreso Veterinario Latinoamericano, organizado por Drovet en Rosario, expertos del sector debatieron sobre estrategias para prevenir y tratar esta enfermedad, enfatizando su impacto económico y sanitario.

El encuentro, celebrado en el Complejo Metropolitano de Rosario, reunió a especialistas de toda la región. Martín Dilucca, gerente general de Drovet, destacó que el objetivo de estas jornadas es “aportar un gran valor agregado a toda la comunidad veterinaria, tanto del mundo de los animales de compañía como de los animales de producción”, reforzando la importancia de la capacitación y actualización profesional.

Neumonía bovina: una enfermedad de alto riesgo

El médico veterinario y zootecnista mexicano Eduardo Puente se enfocó en el impacto de la neumonía bovina, subrayando que sus consecuencias van más allá de la mortalidad inmediata, dejando una “huella para toda la vida” en los animales.

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Según Puente, la neumonía bovina es la segunda causa de muerte en terneras de tambo, afectando al 22% antes del destete y al 46% después del mismo. En ganado de carne o cría, especialmente en sistemas de feedlot, más del 50% de la mortalidad se atribuye a problemas respiratorios.

A nivel internacional, la situación también es preocupante: en Estados Unidos representa el 45% de la mortalidad con un 75% de morbilidad, en Australia el 50%, y en Brasil el 45% de mortalidad con 87% de morbilidad.

Puente señaló que la neumonía bovina incrementa los costos de producción, ya que un animal enfermo requiere casi medio kilo más de alimento para producir un kilo de peso, y aumenta la probabilidad de mortalidad en los 90 a 100 días siguientes al primer episodio en terneras de tambo.

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Estrategias para prevenir y controlar

El especialista explicó que la clave para entender las neumonías radica en la interacción entre patógenos presentes en las vías respiratorias y factores de estrés, como el destete, el transporte, la mezcla de animales y la agrupación de distintas edades. Reducir estos factores es fundamental para disminuir la incidencia de la neumonía bovina.

Puente recomendó que el destete sea el único factor de estrés y que los animales se adapten en grupos pequeños de 10 a 20 individuos, lo que disminuye drásticamente los casos de neumonía bovina. Además, tecnologías como la termografía y collares de monitoreo de comportamiento permiten identificar animales enfermos días antes del diagnóstico clínico, favoreciendo intervenciones tempranas.

El uso adecuado de antibióticos, especialmente macrólidos de acción prolongada como la tulatromicina, es esencial para controlar Mycoplasmas y evitar la cronicidad de la neumonía bovina. Asimismo, las vacunas intranasales, ya empleadas en países como Brasil y Chile, representan una alternativa prometedora frente a las vacunas inactivadas tradicionales, que requieren dos dosis y a veces se aplican tardíamente.

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Capacitación y genómica: herramientas complementarias

Puente enfatizó la importancia del entrenamiento del personal en diagnóstico temprano y manejo adecuado, especialmente en tambos, donde la prevención y la rapidez en la respuesta son determinantes. Además, la genómica permite evaluar la susceptibilidad de las terneras a neumonías y diarreas, basándose en la información de la madre, lo que posibilita un manejo preventivo más eficaz y selectivo.

La combinación de manejo adecuado, vacunación oportuna, uso responsable de antibióticos y tecnología de monitoreo se perfila como la estrategia más completa para enfrentar la neumonía bovina, reduciendo mortalidad, secuelas y pérdidas económicas en los rodeos de carne y de leche.

Con un enfoque integral y el compromiso de productores y veterinarios, el control de la neumonía bovina puede convertirse en una prioridad sanitaria que garantice la salud de los animales y la rentabilidad de los sistemas de producción, evitando que esta enfermedad deje “huellas para toda la vida” en los rodeos.