Manejo ovino: claves para un trabajo eficiente y sustentable
El bienestar animal repercute directamente en la producción y en la rentabilidad del sistema ovino, ya sea con fines de carne, lana o leche. Desde el INTA Esquel presentaron una guía técnica de manejo ovino con herramientas concretas para reducir tiempos, esfuerzo físico y riesgos, tanto para el personal como para los animales, promoviendo un manejo más calmo y organizado de las majadas.
Bienestar y eficiencia, dos caras de una misma moneda
Ovejas sanas, bien alimentadas y sin estrés son la base de un sistema productivo rentable y sostenible. Según los especialistas en manejo ovino del INTA Esquel, el bienestar animal y la eficiencia operativa no son objetivos contrapuestos, sino complementarios.
El enfoque técnico propuesto combina el conocimiento del comportamiento animal, la correcta selección genética y la aplicación de criterios de bienestar. Las principales recomendaciones apuntan a garantizar acceso permanente a agua, alimento y refugio, además de realizar controles sanitarios —como vacunas y antiparasitarios— en tiempo y forma.
Otra práctica esencial del manejo ovino es la rotación de pasturas, que evita el sobrepastoreo y la degradación del suelo, un problema frecuente en las zonas áridas y frías del sur del país. Esta estrategia mejora la salud del terreno y contribuye a mantener la productividad a largo plazo.

El rol clave de los perros de arreo
Entre las herramientas que mejoran la eficiencia del manejo ovino, el uso de perros de trabajo ocupa un lugar destacado. Esta práctica tradicional, bien aplicada, reduce el estrés de la majada y optimiza el desempeño del personal de campo.
El técnico del INTA Esquel Martín Villa, especialista en comportamiento y manejo ovino, destacó que realiza capacitaciones a productores y estudiantes sobre el uso adecuado de perros de arreo. “Se comparten conocimientos sobre el entrenamiento, el vínculo humano-animal y la comunicación efectiva durante las tareas de campo. La clave es trabajar en equipo: el perro debe saber qué hacer, y nosotros debemos saber cómo indicárselo”, explicó.
El punto central, agregó, es comprender cómo reaccionan las ovejas ante estímulos visuales y de presión, reconocer sus zonas de fuga y puntos de balance, y ubicar correctamente al perro según el tipo de manejo: ya sea en campo abierto, corrales o mangas.

Genética, entrenamiento y vínculo
No cualquier perro puede cumplir tareas de arreo dentro del manejo ovino. Villa subrayó la importancia de seleccionar animales con genética de trabajo, como el Border Collie, el Kelpie australiano o el Pastor Barbucho Patagónico, raza recientemente reconocida por el Kennel Club Argentino.
“El perro debe tener instinto y predisposición. A eso se suma el entrenamiento, que no es castigo, sino enseñanza, paciencia y práctica”, remarcó el especialista.
El proceso de adiestramiento se basa en reconocer conductas deseadas y reforzarlas positivamente, evitando cualquier tipo de castigo físico o emocional. El objetivo es desarrollar un vínculo de confianza y comunicación fluida entre el perro y su guía.

Una guía técnica para el campo
Como parte de su labor de extensión, Martín Villa elaboró la “Guía de manejo ovino: su comportamiento y aplicación al trabajo con perros de arreo”, una publicación que reúne conceptos técnicos y experiencias prácticas acumuladas en el INTA Esquel.
El documento describe cómo aplicar principios de etología —la ciencia del comportamiento animal— al manejo diario, y ofrece pautas para un trabajo eficiente y respetuoso. Entre ellas, destacan:
- Conocer la visión, audición y respuesta al movimiento de las ovejas.
- Elegir perros con genética e instinto de arreo.
- Aplicar técnicas de entrenamiento consistentes y sin castigos.
- Incorporar herramientas de comunicación como silbatos y posturas corporales.
- Cuidar la salud y bienestar del perro de trabajo.
Un enfoque integral para un futuro sustentable
El manejo ovino moderno se apoya en la ciencia, la técnica y la empatía con los animales. Cada mejora en la comunicación y en el respeto dentro del sistema productivo se traduce en mayor rendimiento, menor desgaste y una mejor calidad de vida para todos los involucrados.
“La eficiencia no está reñida con el bienestar animal. Al contrario: cuando entendemos cómo piensan y sienten los animales, trabajamos mejor, con menos esfuerzo y más resultados”, concluyó Villa.
