Maíz tardío: claves de manejo para reducir brechas de rendimiento

En la Zona Núcleo de Argentina, el maíz tardío se ha consolidado como un componente central de la estrategia productiva, ocupando cerca del 50% del área sembrada con maíz. Aunque la última campaña mostró una caída en superficie por el impacto de la chicharrita, los relevamientos de la Red Nacional de Monitoreo reflejan una disminución de los niveles poblacionales de la plaga, lo que abre la posibilidad de recuperar la participación del maíz tardío en el próximo ciclo.
La Red de Maíz Tardío (RMT) de Aapresid se ha consolidado como una herramienta fundamental para orientar las decisiones del productor. Su misión es evaluar año tras año el comportamiento de híbridos y manejos agronómicos en condiciones reales de producción, proporcionando información confiable para reducir la brecha entre el rendimiento potencial y el efectivo.
Genética: mirar más allá de la última campaña
Uno de los pilares del manejo de maíz tardío es la elección del híbrido. Según Santiago Álvarez Prado (CONICET-UNR), investigador de la RMT, esta decisión puede marcar diferencias de rendimiento de entre 10% y 70%, dependiendo del ambiente. Por ello, recomienda no basarse únicamente en los resultados de la campaña anterior, sino considerar informes multianuales y análisis comparativos de la Red.

“En el sur de Santa Fe, los híbridos más estables, que mejor acompañan las condiciones del ambiente, fueron los que rindieron más. Elegir bien la genética define el techo de rendimiento que uno puede esperar”, explica Álvarez Prado.
Además del rendimiento, el especialista sugiere tener en cuenta factores como el precio de la bolsa, la relación con el proveedor y el acceso a datos confiables, destacando que algunos híbridos menos conocidos pueden ofrecer un alto desempeño a menor costo.
Nutrición: ajustar dosis y balancear nutrientes
La nutrición es uno de los aspectos críticos donde se pueden lograr mejoras significativas en el maíz tardío. Según los datos de la RMT, en planteos tardíos los suelos suelen tener una mayor disponibilidad inicial de nitrógeno por mineralización, pero las dosis aplicadas por muchos productores, entre 50 y 70 kg/ha, pueden resultar insuficientes.

“Los ensayos muestran respuesta hasta 200 o 220 kg/ha de N, dependiendo del ambiente. Pero la eficiencia también depende de otros nutrientes como fósforo, azufre y micronutrientes. En suelos ricos en fósforo, la eficiencia del nitrógeno es mucho mayor”, señala Álvarez Prado.
El balance nutricional adecuado, basado en análisis de suelo, puede ayudar a cerrar brechas de rendimiento de maíz tardío que en algunas zonas alcanzan el 40% del potencial. Esto no necesariamente requiere grandes inversiones: la inclusión de antecesores leguminosas, como vicias con más de 5.000 kg de biomasa aérea, aporta entre 32 y 40 kg/ha de N al cultivo tardío y a los cereales posteriores.
Sanidad: monitoreo y decisiones basadas en datos
El uso de fungicidas es otra práctica evaluada por la Red, con respuestas positivas en más del 65% de los ensayos, y hasta 80% en regiones como el centro-norte de Córdoba. “En algunos casos, se observaron aumentos de rendimiento superiores a 1.000 kg/ha, pero no se trata de aplicar por rutina. La clave es el monitoreo y la aplicación justificada según la presión de enfermedades”, aclara Álvarez Prado.

Tres claves para el productor de maíz tardío
Para quienes planifican maíz tardío en la zona Núcleo, Álvarez Prado resume tres decisiones fundamentales:
- Elegir el híbrido con información multianual, evaluando desempeño y estabilidad.
- Revisar el plan de fertilización, apuntando a una nutrición completa y ajustada al diagnóstico de suelo.
- Monitorear enfermedades y aplicar fungicidas solo cuando sea necesario, aprovechando su alta probabilidad de respuesta positiva.
Con estas estrategias, los productores pueden optimizar el rendimiento del maíz tardío, reducir brechas productivas y aprovechar al máximo el potencial de cada hectárea, incluso en un contexto de alta variabilidad ambiental y presión de plagas.
La combinación de genética adecuada, nutrición balanceada y manejo sanitario informado posiciona al maíz tardío como una herramienta estratégica dentro de la rotación agrícola, capaz de generar resultados sólidos y sostenibles a largo plazo.