El maíz enfrenta una nueva amenaza en Santa Fe y varias zonas
El ciclo de maíz apenas comienza en el norte de Santa Fe y ya hay señales preocupantes. Lotes con daños visibles, plantas debilitadas y orugas activas dentro del cogollo encendieron la alarma entre técnicos y productores. El INTA Reconquista confirmó la presencia temprana y agresiva del gusano cogollero (Spodoptera frugiperda), incluso en híbridos Bt, diseñados justamente para resistir este tipo de plagas.
Lo inesperado para el maíz no es solo la magnitud del daño, sino su aparición en materiales genéticamente modificados para brindar protección. “Estamos observando presencia y daños en lotes donde, en teoría, no deberíamos ver este nivel de infestación. Es una situación atípica para esta época del año”, explicó Diego Szwarc, investigador del INTA Reconquista.
Según el especialista, la combinación de factores ambientales y errores de manejo explican el avance del insecto. “Las temperaturas elevadas, la falta de lluvias regulares y el manejo deficiente de refugios favorecieron la rápida expansión de las poblaciones”, indicó. En los últimos años, la menor superficie destinada a refugios —parcelas con maíces no Bt que permiten mantener poblaciones susceptibles de la plaga— se convirtió en un punto crítico para sostener la eficacia de las tecnologías transgénicas.
Un desafío creciente para el manejo integrado del maíz
El gusano cogollero es una de las plagas más dañinas para el maíz en América Latina. Su capacidad de adaptación, la resistencia a distintos modos de acción y su rápido ciclo reproductivo complican el control, especialmente cuando las condiciones ambientales son favorables. “La presión de selección que se genera al no cumplir correctamente con los refugios acelera el proceso de resistencia, incluso frente a proteínas Bt que hasta hace poco eran efectivas”, advirtió Szwarc.

Frente a este escenario del maíz, los investigadores insisten en reforzar los monitoreos y adoptar un enfoque de manejo integrado que combine estrategias genéticas, químicas y culturales. “No se trata de volver al control químico intensivo, sino de usar todas las herramientas disponibles con criterio: trampas de luz, muestreos semanales, rotación de cultivos y refugios bien manejados”, precisó el técnico.
Detectar a tiempo, la clave del control
La detección temprana resulta fundamental para evitar pérdidas significativas. Los técnicos del INTA recomiendan revisar los lotes desde las primeras etapas de desarrollo, prestando atención a los síntomas iniciales. “El raspado en las hojas y la presencia de excrementos en el cogollo son señales de alerta. Si más del 20 % de las plantas presenta daños y larvas vivas, es momento de intervenir”, detalló Szwarc.
La elección del momento adecuado para aplicar insecticidas es otro punto clave. Las aplicaciones tardías, cuando la oruga ya está protegida dentro del cogollo, suelen tener baja efectividad. Por eso, el monitoreo constante permite actuar en el momento justo y reducir la necesidad de tratamientos más costosos y menos eficientes.

Un llamado a la prevención
Aunque los ataques actuales se concentran en el norte santafesino, el INTA advirtió que las condiciones podrían replicarse en otras zonas del país si no se refuerzan las medidas preventivas. La experiencia muestra que el Spodoptera frugiperda puede extenderse rápidamente con el viento y adaptarse a distintos ambientes y cultivos.

“El mensaje es claro: no confiarse. Las Bt siguen siendo una herramienta valiosa, pero necesitan del manejo responsable para conservar su eficacia”, concluyó Szwarc. Con un verano que promete temperaturas elevadas y un régimen de lluvias irregular, el control del gusano cogollero vuelve a colocarse en el centro de las estrategias de manejo para la nueva campaña de maíz.
