Los lácteos se desmarcan de la inflación: subas mínimas y hasta bajas en agosto

En un escenario de inflación elevada que golpea de lleno a la canasta básica, los lácteos mostraron un comportamiento atípico durante agosto: mientras el Índice de Precios al Consumidor (IPC) marcó un alza general del 6,2% en el Gran Buenos Aires, la categoría “leche, lácteos y huevos” apenas aumentó 1,4%. Incluso, en la Ciudad de Buenos Aires se registraron retrocesos puntuales, como el caso de la leche entera común en sachet, que bajó 0,6% respecto de julio.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), en el acumulado de enero a agosto la suba de estos productos fue del 15,3%, muy por debajo de la inflación interanual general, que alcanzó el 33,6%. Esto significa que los lácteos se abarataron en términos reales frente a la mayoría de los alimentos, aportando un alivio relativo a los consumidores en un contexto económico desafiante.
Diferencias por región
El informe de OCLA destaca la dispersión de precios según la región y el canal de venta. Mientras en el Gran Buenos Aires la variación mensual fue del 1,4%, en la Ciudad de Buenos Aires el incremento se limitó a apenas 0,5%. La diferencia también se observa en la comparación interanual: en CABA, la variación ronda el 20,5%, bastante por debajo del 33,6% general.
Este comportamiento evidencia que, más allá de los promedios nacionales, existen dinámicas de precios locales que influyen en el acceso a los lácteos. El caso de la leche entera en sachet de un litro es el más llamativo: en CABA no solo no subió, sino que mostró una baja en agosto.

Los precios promedio
En el Gran Buenos Aires, los precios de agosto reflejaron aumentos moderados:
- Leche fresca entera (1 litro): $1.616 (+2%).
- Leche en polvo entera (800 g): $10.837 (+1%).
- Queso cremoso: $11.311 (+1,4%).
- Manteca (200 g): $3.751 (+0,4%).
- Yogur firme: $2.162 (+2,2%).
- Dulce de leche: $3.159 (+2,3%).
- Huevos: $3.971, con una baja del 1,5%.
El único producto que mostró un ajuste algo mayor fue el queso sardo, con un incremento del 2,6%, aunque todavía por debajo del promedio inflacionario mensual.

Un contraste con frutas y verduras
Mientras los lácteos se mantuvieron estables, otros alimentos de la canasta básica tuvieron aumentos de dos dígitos en agosto. El tomate trepó un 16,2%, el limón un 13,2% y otros productos frescos también mostraron subas considerables. Este contraste generó que, en términos relativos, los lácteos resultaran más accesibles frente a categorías que presionaron al alza el gasto de los hogares.
Para los consumidores, este fenómeno se tradujo en una oportunidad: los lácteos se abarataron en relación al resto de los alimentos, un factor que pudo haber impulsado el consumo en algunos segmentos, especialmente en las familias que priorizan productos básicos como leche, quesos o yogures.
Factores detrás de la estabilidad
Distintos analistas señalan que el menor aumento en los lácteos responde a una combinación de factores. Por un lado, la cadena láctea arrastra un escenario de menor demanda interna en comparación con otros rubros, lo que habría moderado la presión sobre los precios. Por otro, los acuerdos de abastecimiento en góndolas y las estrategias comerciales de las grandes cadenas de supermercados habrían contribuido a frenar ajustes más pronunciados.
También incide la dinámica del mercado internacional: los precios de exportación de la leche en polvo y otros derivados se mantienen relativamente estables, lo que da cierto margen a las industrias para contener aumentos en el mercado interno.

Un alivio parcial
Si bien la desaceleración en los lácteos representa un respiro, los especialistas advierten que se trata de una situación coyuntural. En los próximos meses, factores como la evolución de los costos de producción, la estacionalidad de la leche y la demanda internacional podrían volver a presionar sobre los precios.
De todos modos, la fotografía de agosto deja una conclusión clara: los lácteos quedaron por detrás de la inflación general, e incluso registraron bajas en algunos casos. En un contexto de fuerte pérdida del poder adquisitivo, esta dinámica significó un alivio para los hogares, que vieron cómo, al menos en este rubro, su dinero rindió un poco más que de costumbre.