Javier Milei apuntó contra River, Boca y Tapia y reabrió el debate por las SAD

El presidente Javier Milei volvió a cargar contra la conducción del fútbol argentino tras la salida de los dos clubes más populares del país en la fase de grupos del Mundial de Clubes. En redes sociales, criticó el modelo actual y pidió avanzar con la implementación de Sociedades Anónimas Deportivas.
Javier Milei volvió a apuntar con la AFA de Tapia
El presidente Javier Milei aprovechó las eliminaciones de River Plate y Boca Juniors del Mundial de Clubes para reinstalar un viejo reclamo: la transformación del fútbol argentino mediante la incorporación de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). A través de una publicación en redes sociales, el mandatario apuntó directamente contra el titular de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, y cuestionó el modelo vigente en el país.
“Ni River ni Boca. Sin argentinos en el Mundial de Clubes. Brasil fue con cuatro equipos, los cuatro pasaron. ¿Hasta cuándo hay que señalar el fracaso del modelo ‘Chiqui’ Tapia? Un campeonato endeble, de 30 equipos, sin competitividad, sin SAD, sin incentivos”, dice el mensaje que Milei compartió desde su cuenta oficial. La misma publicación fue replicada por Nik (Gustavo Szwonik) y Guillermo Tofoni, uno de los principales impulsores de capitales extranjeros para los clubes del país.
El mensaje continuaba con una crítica al contraste entre el fervor del público argentino y el nivel organizativo del fútbol local: “No está a la altura del tremendo público argentino que llena todos los estadios del mundo. Insisto: ‘Chiqui’ Tapia y su minúsculo círculo le hacen mal al fútbol argentino”.

La eliminación de los clubes más poderosos de la Argentina fue el disparador. River, dirigido por Marcelo Gallardo, perdió 2-0 ante Inter de Milán y quedó fuera de los octavos de final. La victoria de Rayados de Monterrey sobre Urawa Red Diamonds lo dejó en el tercer lugar del Grupo E. Boca, en tanto, completó una decepcionante fase de grupos. Tras empatar en el debut ante Benfica (2-2) y caer ajustadamente ante Bayern Múnich (2-1), protagonizó uno de los resultados más bochornosos de su historia al igualar 1-1 con Auckland City, un equipo semi profesional de Nueva Zelanda que había recibido diez goles del Bayern y seis del Benfica.
Mientras tanto, los equipos brasileros viven un momento de esplendor. Palmeiras, Botafogo, Flamengo y Fluminense se clasificaron a los octavos de final del certamen y, además, se dieron el gusto de vencer a rivales europeos de peso como Chelsea y Paris Saint-Germain, reciente campeón de la Champions League.

El contraste con la realidad del fútbol argentino es cada vez más marcado. A nivel continental, los clubes nacionales tampoco logran hacer pie: las últimas seis ediciones de la Copa Libertadores fueron ganadas por equipos brasileños, en una hegemonía inédita. Flamengo se coronó en 2019 y 2022, Palmeiras lo hizo en 2020 y 2021, Fluminense en 2023 y Botafogo en 2024.
En ese contexto, la postura de Milei vuelve a encender el debate sobre el futuro organizativo del fútbol argentino. Desde su campaña presidencial, el mandatario se mostró a favor del ingreso de las SAD, un modelo que ya se aplica en varios países de Europa y Sudamérica. Sin embargo, la resistencia en el ámbito local sigue siendo fuerte: tanto River como Boca, junto con la mayoría de los clubes, se han pronunciado en reiteradas oportunidades en contra de transformar las instituciones en sociedades comerciales.

La referencia de Milei a un “campeonato de 30 equipos” también es un punto que divide aguas. Aunque el presidente no ha propuesto formalmente una reforma del torneo, su mención refuerza la idea de que el fútbol argentino requiere una reestructuración profunda para recuperar su competitividad internacional.
Por ahora, ni Tapia ni los clubes involucrados salieron al cruce de las declaraciones. Pero la polémica ya está instalada. En un escenario donde los resultados deportivos dejan al descubierto una brecha creciente con Brasil, la presión para repensar el modelo de gestión del fútbol argentino vuelve a escena, ahora con el aval más ruidoso: el del presidente de la Nación.