Cómo impacta el conflicto entre Israel e Irán en el campo argentino

La reciente escalada en el conflicto entre Israel e Irán encendió una nueva alarma en los mercados internacionales, y sus efectos comienzan a sentirse incluso en sectores alejados geográficamente, como la agroindustria argentina. Lejos de ser un tema exclusivamente geopolítico, la disputa entre ambos países pone en jaque puntos neurálgicos del comercio mundial, y según advierte el analista Miguel Ponce, las consecuencias para la economía nacional pueden ser tan inmediatas como profundas.
En diálogo con Chacra 360, Ponce explicó que “el agro argentino es altamente dependiente del comercio global, por lo que estos conflictos generan muchísima incertidumbre en costos y en los mercados”. Y añadió que no se trata de un fenómeno aislado, sino que se suma a otros escenarios tensos como la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China, con impactos cruzados sobre commodities como el maíz, la carne o el etanol.
El Estrecho de Ormuz, el epicentro del riesgo global
Uno de los puntos más delicados del conflicto actual es la amenaza latente de un eventual cierre del Estrecho de Ormuz, una vía marítima clave por la que circula el 20% del petróleo, el 25% del gas y el 30% del kerosene del planeta. “El peligro de que Irán coloque minas en el estrecho es muy elevado”, alertó Ponce. Una eventual interrupción de esta ruta provocaría un efecto dominó en el comercio energético mundial, con consecuencias directas para países productores e importadores, incluidos aquellos que integran los destinos de exportación de la agroindustria argentina.

Tres impactos claves de Israel e Irán sobre el agro argentino
Según el especialista, son al menos tres los efectos directos que este conflicto podría generar en el agro nacional.
1. Aumento de costos logísticos:
Ponce advirtió que ya se está registrando un alza en los costos de los fletes internacionales y de los seguros de carga, especialmente en rutas marítimas sensibles. “Esto eleva el costo de transporte de granos y de carnes, afectando directamente a nuestras exportaciones”, señaló.
2. Volatilidad en la demanda:
Otro aspecto crítico tiene que ver con la incertidumbre en los mercados compradores. “Si la escalada afecta a países que importan alimentos como Egipto o el Líbano, que son compradores habituales de productos argentinos, podría haber una reducción de la demanda o un aumento de la volatilidad de precios”, explicó.
3. Encarecimiento del petróleo y sus derivados:
“El mayor problema es que el aumento del petróleo encarece los combustibles y eso impacta directamente en los costos de producción agrícola”, remarcó. El gasoil, fundamental para las labores de campo, y los fertilizantes, cuya producción también depende de derivados del petróleo, ya comenzaron a mostrar incrementos que complican la ecuación económica de los productores.

Una mirada estratégica y una advertencia
Ponce también puso el foco en la falta de conciencia sobre la magnitud de la situación. “Me preocupa que en la Argentina estemos enfrascados en discusiones internas y no estemos prestando atención a un conflicto que puede tener consecuencias muy serias para la economía real”, dijo.
Desde su perspectiva, el país debería tomar una actitud preventiva: “El gobierno debería convocar a especialistas y actores del sector para pensar medidas anticipadas, sobre todo en un contexto de emergencia donde cada punto porcentual de costo extra puede significar un retroceso en competitividad”.
Al ser consultado sobre el impacto en los precios internacionales de los granos, el analista señaló que “todo dependerá del nivel de escalamiento y la duración del conflicto”, aunque advirtió que la presión sobre los precios del petróleo parece, por ahora, irreversible.

Un escenario de alerta para el campo argentino
En definitiva, lo que ocurre en Medio Oriente dista mucho de ser una cuestión ajena al campo argentino. Los efectos de esta escalada bélica podrían sentirse en forma de mayores costos logísticos, pérdida de demanda externa, y aumento en los insumos básicos para producir. Para un sector que ya opera en un contexto de alta incertidumbre económica y política local, la variable geopolítica global se suma como un nuevo y potente desafío a tener en cuenta. Prepararse, anticipar y diversificar aparecen como claves para mitigar los riesgos de una coyuntura global cada vez más compleja.