Paso a paso: la noche de terror en Avellaneda durante Independiente vs. U. de Chile

La cronología de un partido que derivó en batalla campal: el cruce de octavos de la Copa Sudamericana entre Independiente y U. de Chile terminó suspendido tras escenas de violencia extrema en el Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini. Hubo al menos 19 heridos —algunos de gravedad— y más de 300 detenidos. La Policía ingresó tarde y la serie quedará a la espera de una resolución en los escritorios.
Un partido que prometía y terminó en escándalo
Lo que debía ser una revancha futbolística entre Independiente y Universidad de Chile terminó convertido en una de las jornadas más oscuras del fútbol sudamericano reciente. El encuentro había transcurrido con normalidad en el primer tiempo (resultado 1-1 y 2-1 en el global en favor de U de Chile), con un clima cargado pero dentro de lo habitual, hasta que todo cambió apenas iniciado el complemento: a los dos minutos, el árbitro detuvo las acciones por un estallido de violencia en la tribuna visitante.
La expectativa deportiva era alta. Independiente, que había caído en el partido de ida, necesitaba remontar para seguir con vida en el torneo continental. Enfrente, la U llegaba con ilusión de dar un golpe histórico en Avellaneda. Pero nada de eso sucedió: la pelota quedó en un segundo plano, eclipsada por una violencia sin precedentes.

La chispa que encendió la violencia
El conflicto se habría desatado cuando un grupo de la parcialidad chilena robó una bandera de Independiente, un hecho que en la lógica de las barras bravas suele considerarse una afrenta imperdonable. Ese episodio funcionó como detonante: desde el sector visitante comenzaron a llover objetos sobre los hinchas locales que se encontraban debajo, sin protección física ni policial.
La voz del estadio ordenó en varias oportunidades que los chilenos desalojaran la tribuna, con advertencias de sanciones. Sin embargo, los violentos redoblaron la agresión: volaron piedras, palos, líquidos —pis y caca—, un inodoro y hasta una bomba de estruendo. Varios simpatizantes de Independiente resultaron heridos en esa primera embestida.
Un operativo pasivo y plateas encendidas
Mientras dirigentes y oficiales del encuentro deliberaban, los futbolistas de ambos equipos abandonaron el campo de juego y el partido fue suspendido de manera provisoria. Según TyC Sports, los 650 efectivos de la Policía bonaerense no intervinieron en ese momento por decisión de la Conmebol, que esperaba una salida pacífica de la parcialidad visitante.

La inacción encendió a los hinchas de Independiente en las plateas, que comenzaron a increpar a su propia barra con cánticos: “Andá a buscarlos, la p… que te parió” y “La barra tiene miedo”, se escuchó desde varios sectores. La tensión crecía minuto a minuto, sin un plan claro para contener a los protagonistas de la violencia.
De la tregua a la cacería
Cuando algunos grupos de la U empezaban a retirarse, parecía que la tensión bajaba y el partido podía reanudarse. Pero ocurrió lo contrario. La barra de Independiente asaltó la popular visitante y desató una brutal cacería: hubo golpes, corridas, apuñalados y escenas de pánico.
En medio del caos, un hincha cayó al vacío —no está claro si se arrojó o fue empujado—. Recién en ese momento ingresó la Policía a la tribuna, cuando la violencia ya había dejado marcas irreparables.
El saldo: heridos, detenidos y un fútbol en crisis
Las escenas de terror se trasladaron luego a las afueras del estadio, donde las fuerzas de seguridad reprimieron en ambos frentes. El saldo provisorio es de al 19 heridos, algunos de gravedad, y más de 300 detenidos.

Las imágenes rápidamente se viralizaron en redes sociales y generaron repudio internacional. Diversas organizaciones de derechos humanos y de seguridad en el deporte reclamaron explicaciones por la falta de prevención. Desde Chile, autoridades diplomáticas pidieron garantías sobre la atención a sus ciudadanos afectados.
Una nueva mancha para el fútbol sudamericano
En lo deportivo, la serie quedó en un segundo plano. La clasificación se definirá en los escritorios y Conmebol deberá analizar responsabilidades y posibles sanciones tanto para Independiente como para la U. Sin embargo, lo ocurrido excede lo reglamentario: es un golpe a la credibilidad del fútbol regional.
No es la primera vez que la violencia sacude un partido internacional en Sudamérica, pero pocas veces se vio un nivel de brutalidad semejante. Para especialistas en seguridad, el caso refleja una cadena de fallas: la ausencia de un pulmón entre hinchadas, la demora policial y la permisividad con las barras.
La noche en Avellaneda quedará marcada como otra página negra en la historia de la Copa Sudamericana. Exige una investigación exhaustiva y medidas concretas: porque lo que ocurrió no solo afectó a un partido, sino que puso en riesgo la vida de miles de personas.