Menos incendios en Córdoba: una baja histórica que abre una oportunidad
Los incendios forestales en Córdoba registraron este año una reducción histórica en la superficie afectada, un dato que genera alivio luego de temporadas críticas. Según informaron las autoridades provinciales, entre enero y octubre se quemaron 17.545 hectáreas, lo que representa una baja superior al 80% en comparación con el mismo período del año pasado, cuando el fuego había alcanzado 102.337 hectáreas.
El descenso marca un cambio relevante en la tendencia reciente y permite respirar con mayor tranquilidad en zonas que suelen verse amenazadas cada temporada. Si bien el fenómeno de los incendios sigue siendo un problema estructural, el dato positivo se destaca como una señal alentadora, especialmente para las comunidades rurales y los ecosistemas que año tras año enfrentan pérdidas severas.
Factores que explican el descenso
Desde distintos ámbitos técnicos y académicos señalan que la disminución de incendios responde a una combinación de factores. Entre ellos se mencionan condiciones climáticas más favorables, una menor recurrencia de episodios extremos y un mayor nivel de atención social y estatal sobre el riesgo del fuego.
El Instituto Superior de Estudios Ambientales (ISEA) de la Universidad Nacional de Córdoba reconoce que la baja en la superficie quemada es un dato relevante y positivo. Al mismo tiempo, aclara que estos resultados deben ser analizados con cautela y entendidos como una oportunidad para profundizar políticas de prevención y control, antes de que las condiciones vuelvan a ser adversas.

Un respiro para el bosque y las comunidades
La reducción de los incendios tuvo un impacto directo en la protección del bosque nativo, uno de los recursos más amenazados de la provincia. Menos hectáreas quemadas implican menor pérdida de flora y fauna, suelos menos degradados y una mejor preservación de las cuencas hídricas que abastecen a poblaciones rurales y urbanas.
Para las comunidades del interior, el descenso también significó menos evacuaciones, menos daños materiales y una menor exposición a riesgos sanitarios derivados del humo. En departamentos históricamente afectados como Pocho y Minas, el menor avance del fuego fue recibido como una señal de alivio tras años de escenarios críticos.
Prevención y control: una oportunidad para consolidar avances
El contexto favorable abre una ventana para fortalecer las políticas de prevención, mejorar los sistemas de alerta temprana y consolidar una gestión más eficiente del territorio. Especialistas subrayan que aprovechar los períodos de menor conflictividad es clave para invertir en capacitación, equipamiento y planificación.

Desde el ISEA destacan que reducir los incendios no es solo apagar el fuego, sino trabajar sobre el ordenamiento territorial, el control de actividades ilegales y el cumplimiento de la normativa vigente. La baja registrada este año demuestra que es posible contener el problema cuando se combinan condiciones adecuadas y una mayor conciencia social.
Las leyes como respaldo del resultado positivo
El marco normativo vigente también aparece como un elemento central para sostener la tendencia a la baja. La Ley Provincial de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos y la Ley Nacional de Manejo del Fuego establecen restricciones claras al uso del suelo tras un incendio y prohíben el uso del fuego como herramienta de transformación territorial.
Estas normas, remarcan los especialistas, funcionan como un freno a la especulación inmobiliaria y contribuyen a desalentar prácticas ilegales. En una provincia que conserva apenas el 3% de su bosque nativo original, el cumplimiento efectivo de estas leyes resulta clave para consolidar los resultados positivos observados este año.

Un dato alentador en un contexto de incertidumbre
A nivel nacional, persisten interrogantes sobre el financiamiento futuro de las políticas de manejo del fuego tras cambios recientes en los mecanismos de administración de fondos. Sin embargo, el descenso registrado este año demuestra que la reducción de incendios es posible y que los esfuerzos de prevención pueden dar resultados concretos.
“El fuego también muestra lo que hacemos bien cuando logramos evitarlo”, señalan desde el ámbito académico. Menos incendios no es un punto de llegada, pero sí una señal positiva que invita a redoblar el compromiso para proteger el ambiente y a las comunidades que dependen de él.
