La huella de carbono en la agricultura: primeros resultados del proyecto CREA

El primer informe sobre la huella de carbono de la agricultura argentina del Proyecto de Carbono en Sistemas Agropecuarios desarrollado por CREA reveló los resultados iniciales sobre la huella de carbono en cultivos de trigo, maíz y soja en la región pampeana. Con más de 240 sitios relevados durante la campaña 2023/24, los datos no solo evidencian las diferencias entre cultivos en términos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs), sino que también abren la puerta a estrategias de mejora en el manejo agrícola.
La iniciativa, impulsada por CREA en colaboración con Arcor y UPL, fue coordinada por Luis María Arias Usandivaras y Diana de Salazar. Según explicaron, los resultados permiten identificar con claridad prácticas que pueden optimizarse para reducir el impacto ambiental sin resignar productividad.
Cómo se midió la huella de carbono
Para calcular la huella de carbono en cada establecimiento se utilizó la Calculadora de Huella de Carbono de CREA, una herramienta que estima las emisiones de GEIs en función de variables productivas clave. Esta calculadora se basa en las metodologías del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), con criterios actualizados en 2006 y 2019.

Uno de los aspectos considerados en el cálculo fue el tratamiento de los residuos de cosecha. Por ejemplo, se contemplaron las emisiones de óxido nitroso (N₂O) derivadas del nitrógeno presente en dichos residuos, tanto en superficie como en el subsuelo. Este gas contribuye al calentamiento global y su liberación está vinculada a procesos naturales de descomposición y a fenómenos como la volatilización y lixiviación.

Diferencias entre cultivos
Los resultados muestran que las emisiones varían significativamente entre los tres cultivos analizados. En valores absolutos, el trigo presentó emisiones totales entre 1000 y 2000 kilogramos de CO₂ equivalente por hectárea, mientras que la soja tuvo el desempeño más eficiente, con valores de entre 200 y 400 kg CO₂ eq. En tanto, el maíz mostró la mayor variabilidad, con un rango que fue desde los 900 hasta más de 3000 kg CO₂ eq.

Cuando se analizan las emisiones por tonelada producida, el trigo volvió a posicionarse como el cultivo con mayor huella de carbono específica, seguido por el maíz, mientras que la soja fue la más eficiente. En trigo, los valores oscilaron entre 200 y 700 kg CO₂ eq/tn, mientras que en maíz fluctuaron entre 300 y más de 1000 kg CO₂ eq/tn. La soja, por su parte, mostró los valores más bajos, con registros cercanos a los 100 kg CO₂ eq/tn.
El rol del rendimiento y la eficiencia
Uno de los hallazgos más relevantes del informe es la relación directa entre rendimiento y huella de carbono. “Los datos reflejan un patrón claro: la huella de carbono disminuye a medida que aumenta el rendimiento”, indicaron los coordinadores del proyecto. Esto resalta la importancia de acortar la brecha entre el rendimiento alcanzable y el obtenido mediante una mejor planificación agronómica: fechas de siembra adecuadas, densidades óptimas, selección de variedades y manejo fitosanitario eficiente.
En el caso del trigo y el maíz, más del 70% de las emisiones provienen del uso y la producción de fertilizantes, en especial los nitrogenados. En cambio, en la soja, las emisiones están más distribuidas entre diferentes fuentes, siendo los residuos de cosecha el principal contribuyente.

Mejoras posibles
El informe concluye que existe un amplio margen para reducir la huella de carbono de la agricultura pampeana sin comprometer la productividad. En particular, se destaca la necesidad de trabajar sobre la eficiencia del uso de fertilizantes nitrogenados en cultivos de gramíneas. “Esto permitirá mejorar la relación entre nitrógeno aplicado, rendimiento y emisiones de GEIs”, señalaron los técnicos de CREA.
La medición de la huella de carbono marca un paso clave para que el agro argentino se posicione como un actor activo en la lucha contra el cambio climático, con datos concretos que orienten la toma de decisiones hacia sistemas más sustentables y resilientes.
Fuente: Contenidos CREA