Asia desplaza a Europa y redefine el mapa global de la harina de soja argentina
La harina de soja continúa siendo el pilar del comercio exterior de la Argentina y el producto industrializado más vendido al mundo. Durante el período 2019-2024, este subproducto representó más del 13% del total exportado, consolidando al país como el mayor exportador global de harina y pellets de soja. En años excepcionales, como entre 2014 y 2016, llegó incluso a superar el 17%, dejando en claro su peso estratégico para la balanza comercial.
Pese a su importancia, la campaña 2024/25 se desarrolla en un mercado deprimido, con precios FOB en los valores más bajos de los últimos 15 años. La tonelada de harina de soja cotiza casi un 20% menos que en la campaña anterior, y, ajustado por inflación, el deterioro real es aún más pronunciado. Esta caída de precios impacta directamente en el valor total exportado, lo que enciende señales de alerta en el sector agroindustrial.
Europa cede terreno, Asia asume el liderazgo
El cambio más profundo ocurre en la geografía de los destinos. A comienzos de los 2000, Europa concentraba el 54% de las exportaciones argentinas de harina y pellets de soja. Asia, por entonces, retenía el 30%. Pero la última década modificó por completo ese equilibrio.
Los envíos a Europa cayeron desde el pico de 2,6 millones de toneladas en 2013/14 a menos de 1,4 millones en 2023/24, marcando una tendencia descendente sostenida. En paralelo, Asia se consolidó como el principal destino, absorbiendo hacia finales de la década de 2010 el 45% de los embarques, mientras Europa retrocedía al 35%.

Dentro del bloque europeo, la Unión Europea sigue siendo el núcleo de demanda de harina de soja, con España, Italia, Países Bajos, Polonia e Irlanda como principales compradores. El Reino Unido, pese al Brexit, continúa siendo un mercado de volumen y mantiene su lugar entre los destinos históricos del producto argentino.
Sudeste Asiático y Medio Oriente: nuevos motores de crecimiento
En Asia, el Sudeste Asiático fue clave en el salto exportador de la última década. Países como Vietnam e Indonesia se ubicaron de forma sostenida entre los mayores importadores de harina de soja, junto con Malasia. No obstante, sus compras se estabilizaron en torno al 25-30% del total.
El avance más dinámico hoy proviene de Medio Oriente, donde Arabia Saudita, Irán, Jordania y Emiratos Árabes Unidos incrementaron fuertemente sus adquisiciones. Turquía también mostró un crecimiento destacado, consolidándose como un actor cada vez más influyente en el mercado.

América crece, África pierde participación
Otra transformación importante ocurre en América. Los países de la Alianza del Pacífico —Colombia, Chile, Ecuador y Perú— marcaron récords de importación en 2023/24, impulsando un crecimiento regional que compensa retrocesos en otros mercados.
A contramano, África redujo de manera significativa su participación. Regiones como el norte del continente, que alguna vez absorbieron casi una de cada diez toneladas exportadas de harina de soja, están hoy en su menor nivel de demanda en 15 años. La pérdida de ese espacio fue rápidamente ocupada por América, que gana relevancia en el mapa global.

Un alcance global que pocos productos logran
La industria aceitera argentina —fortalecida por la capacidad de procesamiento del complejo del Up River, uno de los más eficientes del mundo— permite transformar el poroto en harina, aceite, biodiésel y subproductos de alto valor agregado. Ese poder industrial se refleja en la expansión geográfica de sus ventas.
Solo en lo que va de la campaña 2024/25, la harina de soja argentina llegó a 64 países, y en la campaña completa 2023/24 alcanzó 68 destinos distintos. Esto implica que más del 35% del planeta comercializa harina de soja argentina, considerando los 193 países miembros de la ONU. Una demostración contundente del rol que este producto mantiene como la principal puerta de entrada de Argentina al mercado global.
La reconfiguración del comercio internacional, con el avance de Asia, el crecimiento de América y el retroceso de Europa y África, marca un desafío y una oportunidad para la agroindustria nacional. En un contexto de precios deprimidos, la diversificación de mercados se vuelve crucial, y la harina de soja continúa siendo un pilar estratégico en el entramado exportador argentino.
