Garrapata: la genética se suma como nueva herramienta para la ganadería


La lucha contra la garrapata ingresa en una nueva etapa. Ante las crecientes limitaciones del control químico, la Asociación Argentina de Brangus impulsó un proyecto que busca incorporar resistencia genética como parte del manejo integrado del parásito. Para ello articuló un equipo técnico que reunió investigadores del INTA, CONICET, universidades y cabañas de la raza, con el objetivo de identificar animales capaces de cargar menos parásitos y reducir la diseminación a campo.

Según explica el Ing. Agr. Stewart Kambo, responsable técnico de Brangus, el equipo comenzó hace tres años a trabajar en un protocolo de cuantificación de garrapatas que permitiera detectar individuos genéticamente superiores. “La bibliografía internacional mostraba variabilidad dentro de la raza y queríamos aprovecharla. Un animal que carga pocas garrapatas no solo beneficia su propio desempeño, sino que disminuye el número total de parásitos en el sistema”, señaló de acuerdo al sitio Valor Carne. Sin embargo, medir este carácter no es sencillo, ya que depende del nivel de desafío del ambiente y no solo del potencial del animal.

Un método nacional con mediciones repetidas y mayor precisión

Mientras que otros países avanzaron con evaluaciones puntuales, el equipo argentino decidió implementar un esquema más robusto. El protocolo desarrollado incluye cuatro conteos por infestación natural, realizados en el propio ambiente del animal, para obtener una imagen completa de su desempeño. “Es un método más demandante, pero disminuye el riesgo de clasificar como resistente a un individuo susceptible”, destacó Kambo.

El conteo en sí es simple, aunque requiere entrenamiento: se observa un lado del animal, se cuantifican las hembras pequeñas —de 4 a 8 mm— y se multiplica el resultado por dos. El procedimiento dura entre tres y cinco minutos por cabeza. Para garantizar precisión, el INTA aportó un equipo de alrededor de diez técnicos y auxiliares especializados en parásitos externos.

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Ensayos en cabañas y validación científica

En esta primera etapa participaron seis cabañas, con machos y hembras —la mayoría de genealogía conocida— evaluados desde fines de la primavera hasta el otoño, cuando la garrapata presenta mayor abundancia. Los conteos se repitieron cada 30 días para asegurar que los animales tuvieran la oportunidad real de encontrarse con el parásito y expresar su potencial genético.

El genetista Martín Bonamy, de la Universidad de La Plata, fue el encargado del análisis de datos. Debido a que los conteos dependen del nivel de infestación del ambiente, se decidió consolidar las cuatro mediciones en un único valor de resistencia. Ese indicador, centrado en cero, clasifica a los animales con valor negativo como resistentes y a los de valor positivo como susceptibles, permitiendo confeccionar un ranking sencillo de interpretar.

Pero la validación no terminó allí. Para comprobar la consistencia del diagnóstico, los animales fueron tratados con un acaricida de baja residualidad y luego desafiados con infestación artificial controlada, criada en laboratorio. “Es el gold standard de la parasitología”, explicó Bonamy. La comparación entre ambos tipos de medición arrojó una correlación fuerte, demostrando que la infestación natural es suficientemente robusta para identificar resistencia individual a la garrapata.

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Proyección genética y primeras aplicaciones en el sector

Hasta el momento se fenotiparon 803 animales, y a partir de diciembre se iniciará una nueva ronda de evaluaciones —sin desafío artificial— para ampliar la base de datos con distintas campañas productivas y nuevos rodeos. Con esta información, la Asociación Brangus prepara el lanzamiento de un DEP de resistencia a garrapatas, lo que permitirá a los criadores incorporar esta característica en sus programas de selección.

Kambo destacó que “la experiencia probó que existe variabilidad individual y ahora contamos con un método científico aplicable a programas de mejora”. La combinación de datos de performance, genealogía y resistencia parasitaria promete transformar el manejo sanitario de la garrapata en zonas endémicas.

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La mirada parasitológica y el impacto en el control integrado

Para Santiago Nava, referente del INTA, esta innovación representa un paso estratégico. “Los acaricidas han sido históricamente la herramienta principal, pero hoy presentan resistencias y generan riesgos de residuos. La resistencia genética es heredable y nunca se había aplicado en Argentina”, afirmó. El nuevo protocolo adapta conocimientos internacionales de décadas pasadas, pero los ajusta a condiciones locales y a la realidad de los sistemas ganaderos del país.

El desafío ahora es masificar la tecnología. Las mediciones requieren mano de obra capacitada, por lo que el INTA impulsará la formación de técnicos regionales que puedan realizar conteos a mayor escala, con auditoría permanente de la Asociación. La meta es habilitar contadores certificados para la Evaluación Genética ERBra, permitiendo que la herramienta llegue a la amplia zona ganadera afectada por la garrapata.