Control integrado: la estrategia del INTA contra la garrapata bovina


Frente a un escenario donde la eficiencia productiva y la sanidad animal resultan esenciales para sostener la competitividad del sector ganadero, el INTA Colonia Benítez —ubicado en Chaco— impulsa una estrategia que combina manejo sanitario, ambiental y genético para controlar la garrapata bovina. Esta herramienta, evaluada por especialistas del organismo, se presenta como una alternativa eficaz para proteger la salud de los rodeos y aumentar la producción de carne en el norte argentino.

Una investigación reciente del instituto confirmó la efectividad de este enfoque integrado, que no solo reduce las pérdidas por parasitosis, sino que también permite ganancias de peso de entre 18 y 42 kilos de carne por animal al año. Los resultados serán presentados durante la 2ª Jornada Ganadera, que se llevará a cabo en Chaco el próximo 15 de octubre.

Un problema que limita la productividad

Según explicó Victoria Rossner, investigadora del INTA Colonia Benítez, la garrapata bovina representa “una gran restricción a la productividad ganadera en las regiones tropicales y subtropicales del mundo”, generando severas pérdidas económicas para el país.

La garrapata bovina se desarrolla principalmente en zonas cálidas y húmedas, ubicadas al norte del paralelo 31, donde encuentra condiciones ideales para su reproducción. Rossner advirtió que el impacto directo en la ganadería “se traduce en menor ganancia de peso, desvalorización del cuero por lesiones y miasis, además de la transmisión de enfermedades”.

Garrapata Bovina, Ganadería

Este contexto explica por qué el control de la garrapata bovina sigue siendo una prioridad sanitaria para los productores del norte argentino. Sin un manejo adecuado, el parásito no solo compromete la rentabilidad, sino también el bienestar animal y la calidad de los productos destinados al consumo interno y la exportación.

Una estrategia que combina ciencia y sostenibilidad

Para enfrentar la problemática de la garrapata bovina, el INTA propone un manejo integrado de control, que combina distintas técnicas con el objetivo de reducir la dependencia exclusiva de productos químicos y evitar la resistencia a los acaricidas.

“En estudios realizados con bovinos de entre 12 y 24 meses, la diferencia de peso fue significativa cuando se aplicaron protocolos de control integrados. Se observaron incrementos de entre 18 y 42 kilos de peso vivo anual, lo que representa una mejora sustancial en los índices productivos”, detalló Rossner.

La especialista destacó que el enfoque más eficaz es aquel que combina dos o más técnicas, y remarcó que “al menos una de ellas no debe ser química”. De esta manera, se logra un equilibrio entre eficacia sanitaria y sostenibilidad ambiental, evitando la contaminación de los suelos y preservando la biodiversidad del entorno rural.

Ganadería, invernada, cría

Tres herramientas clave para el control

El equipo del INTA identificó tres herramientas de eficacia comprobada dentro del manejo integrado contra la garrapata bovina. La primera es el uso estratégico de acaricidas químicos, aplicados en momentos clave del ciclo de vida del parásito para maximizar su efectividad.

La segunda medida consiste en la rotación y el descanso de potreros, una práctica que interrumpe la presencia de larvas en el ambiente y reduce las reinfestaciones.

Finalmente, el tercer pilar es la utilización de biotipos bovinos resistentes, capaces de limitar de manera natural la infestación por garrapatas. Esta característica genética se considera un recurso valioso para los sistemas de cría en regiones donde el control químico pierde efectividad.

“Los esquemas de control estratégico forman parte de un programa de mediano y largo plazo, que concentra un número mínimo de tratamientos en épocas específicas, como la salida del invierno, logrando así un efecto duradero en las poblaciones del parásito”, explicó Rossner.

Ganadería, invernada, cría

Cambio climático y asesoramiento técnico

La investigadora advirtió que la variación climática también tiene un impacto directo sobre los parásitos y las enfermedades transmisibles. “Incluso mínimas variaciones del clima pueden alterar la distribución e incidencia de numerosas patologías, muchas de ellas infecciosas”, señaló. A esto se suma el cambio en el uso de los suelos, que modifica los ecosistemas rurales y puede favorecer la supervivencia de los vectores.

Por último, Rossner subrayó la importancia del asesoramiento profesional para aplicar correctamente estas prácticas contra la garrapata bovina. “Los productores deben actualizarse y trabajar junto a veterinarios capacitados, que puedan guiarlos en el manejo integrado y en la toma de decisiones sanitarias”, concluyó.