Ganadería: los indicadores para una buena reproducción frente al estrés calórico


El XVII Encuentro del Club Tambero sobre ganadería tuvo como eje uno de los desafíos más relevantes para la producción lechera en el país: la reproducción en un contexto de altas temperaturas. Con el verano como protagonista y un escenario de estrés calórico que se prolonga por más de seis meses en muchas regiones, los especialistas coincidieron en la necesidad de planificar estrategias integrales que acompañen la fisiología animal y permitan mantener los índices productivos y reproductivos.

El médico veterinario Rodolfo Murray, asesor privado con experiencia en tambos de varios países del Cono Sur, fue el encargado de desarrollar el tema durante la jornada, moderada por Miguel Taverna, quien introdujo la problemática y subrayó que “no es uno o dos puntos los que hay que atender, sino todos, porque el estrés calórico exige una mirada sistémica”.

El punto de partida: el preparto

Murray explicó que el trabajo para mitigar el estrés térmico en la ganadería debe comenzar en el preparto, etapa en la que la dieta cumple un papel determinante. Evaluar cuán fibrosa es la composición del alimento —mediante el simple “zarandeo” de la mezcla— permite conocer su aporte calórico y ajustar el balance energético para evitar fermentaciones excesivas.

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El especialista en ganadería recomendó además entrenar al personal para evaluar con precisión el estado corporal de los animales y utilizar herramientas complementarias como las tiras para analizar el pH urinario o la observación de la materia fecal, indicadores que ayudan a verificar si la alimentación contribuye o no a reducir el estrés metabólico.

En la etapa posparto, Murray destacó la importancia de sostener una alta inmunidad en las vacas. Para ello propuso un procedimiento sencillo y de bajo costo: la auto inmunoterapia, que consiste en extraer sangre de la vaca, incubarla y reinyectarla para estimular la respuesta inmune natural del organismo.

“El estrés térmico en la ganadería produce inmunosupresión —explicó—, por eso recomendamos realizar la auto inmunoterapia durante el preparto. Esto mejora la capacidad de defensa frente a enfermedades uterinas y acelera la recuperación posparto”. Según los registros de campo presentados, los resultados en términos sanitarios fueron “muy satisfactorios”.

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La alimentación en ganadería durante el pico productivo

El estrés térmico también impacta durante la etapa productiva en la ganadería. Cuando la diferencia entre las temperaturas máximas y mínimas es pequeña, las vacas no logran recuperarse durante la noche, lo que incrementa el riesgo de caída en consumo y fertilidad.

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En ese contexto, Murray recomendó reducir el contenido de fibra en la dieta, reemplazándola parcialmente por concentrados energéticos, ya que la fermentación de la fibra genera calor endógeno y agrava el cuadro de estrés. “Una alimentación más calórica y menos fibrosa ayuda a mantener el equilibrio térmico y la eficiencia digestiva”, resumió.

A su vez, propuso planificar los partos para concentrarlos en los meses de menor temperatura. “El objetivo debería ser que la mayoría de las vacas paran entre julio y septiembre. Así se evita que las recién paridas enfrenten los picos de calor del verano”, explicó. Las vaquillonas, agregó, pueden enfrentar mejor las altas temperaturas, por lo que también conviene agrupar sus partos en esa ventana.

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Los datos económicos respaldan la estrategia: si en un rodeo de 200 vacas se logra que el 40% de los partos ocurra en ese período, el incremento productivo promedio es de un litro más de leche por vaca por día, lo que representa una utilidad adicional de $111.000.

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El momento ideal para inseminar

El especialista también abordó el desafío de detectar el celo en condiciones de calor y humedad, factores que reducen la expresión de los comportamientos reproductivos. “Si existen tantas herramientas para identificar el celo, es porque aún no tenemos una estrategia precisa”, ironizó.

Según sus observaciones, el momento ideal para la inseminación es cuando la temperatura corporal de la vaca se encuentra entre 38,8 y 39,2°C. Si es superior, conviene esperar, ya que desciende 0,1°C por hora.

Un estudio sobre 25.000 ejemplares mostró que el 61,8% de los celos se detectan entre las 18 y las 7 horas, el 32% entre las 8 y las 12, y apenas el 12,8% entre las 12 y las 18. “El calor no solo afecta el confort, también modifica los ritmos biológicos. Detectar y actuar en el momento adecuado puede marcar la diferencia entre preñar o perder un ciclo”, concluyó Murray.

Con información de TodoAgro